Una marea de opositores al régimen de la presidenta Dilma Rousseff reclama en las calles la salida de la mandataria por los escándalos de corrupción que envuelven al oficialismo.
La mayor concentración se espera en San Pablo, donde los protestantes reclaman la destitución de Rousseff en unas protestas que se prevén masivas, mientras su gobierno se ve sacudido por una intensa tormenta política.
Este domingo hay protestas convocadas en 438 ciudades del país sudamericano, mientras la recesión económica que ahoga a Brasil se encamina a ser la peor en un siglo.
El último golpe contra el régimen llegó esta semana cuando la Fiscalía de San Pablo solicitó la prisión preventiva del símbolo y fundador del gobernante Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), Luiz Inacio Lula da Silva, tras denunciarle por ocultación de patrimonio, una modalidad de lavado de dinero.
La investigación a Lula da Silva, padrino político de Rousseff, en el gigantesco escándalo de corrupción que indigna a Brasil, apretó aún más contra las cuerdas a la mandataria.
Con una sociedad cada vez más polarizada, las alertas llegan hasta las fuerzas públicas por el riesgo de enfrentamientos en las protestas. Ante esto, Rousseff hizo un llamado a la calma.
“Hago un llamamiento para que no haya violencia. Creo que todas las personas tienen derecho a salir a la calle. Ahora, nadie tiene derecho a crear violencia. Nadie. De ningún lado”, afirmó la mandataria el sábado.