Gregorio vive de la venta de hamacas que producen un grupo de prisioneros. A pesar que la huida masiva que generó el sismo y que el temor de reabrir en un ambiente delictivo agravado generaron que las ventas decaigan notablemente en un principio, el negocio ya recobra el paso.
Gregorio nos habla de quiénes son los nuevos clientes que solicitan sus hamacas y comparte su visión del futuro de la provincia.