Parte de la pirámide alimenticia, el pescado es una gran fuente de proteínas, vitaminas y muy aparte, es un alimento de fácil digestión. Por eso, para garantizar su frescura existen varios métodos de conservación y transporte, los cuales comúnmente no se llegan a dar debido a la premura de vender toda la camada de pescados ese mismo día.
De hecho, debido a la modernidad, diferenciar si un pez está fresco o no se ha vuelto un poco más complicado, sin embargo, aquí te ofrecemos las claves para comprar un pescado en buen estado y no te dejes engañar:
- Que no te de vergüenza oler
Por lo general, el pescado en mal estado tiene un hedor fétido, rancio y en ocasiones con un olor a amoniaco, mientras que el pescado fresco huele a algas y mar.
Toma en cuenta que el olor del los pescado malos sobresale totalmente de lo que sí están frescos, Así que pierde la vergüenza y acércate a oler, los mejores chefs del mundo lo hacen.
- Un poco de tacto para comprobar
Al tacto, el pescado en mal estado tiene piel muy blanda, se le desprende fácilmente las escamas y la carne. Un espécimen fresco tiene un color vivo, las escamas son duras y son brillantes sin necesidad de mucha luz.
- Fíjate en los ojos
En malas condiciones, el pescado tiene los ojos hundidos, la córnea lechosa y la pupila gris, como si se tratara de una catarata. Fresco tiene los ojos ‘saltones’, pupila negra y brillante.
- Las agallas y la tripa
Las agallas son las partes que están detrás de la cabeza, y en mal estado son amarillentas o de color gris. En buen estado dependiendo de la especie son rosadas o rojas, limpias, brillantes y sin mucosidades.
En cuanto a la tripa, con el envejecimiento se la ve hinchada o flácida y hundida. Por el contrario, un pescado fresco tiene la carne dura y no es resbaladiza.
Fuente: Portal Mejor Salud