Bicicleta eléctrica aparece como la gran opción pospandemia

Que la «bici» ayuda a mantener el distanciamiento en época de pandemia es evidente. Pero, que la bicicleta eléctrica será un «boom» en el futuro está casi un hecho.

Ya lo comentamos en una publicación anterior. Durante el desconfinamiento en Europa, y particularmente en España, subió el número de ventas de bicicletas.

Francis Arribas, de la empresa Scott, destaca el despegue de la bicicleta eléctrica, con un «subidón tremendo que ha hecho que se agoten las existencias».

«La bici eléctrica es el futuro. Empezamos a comercializarla hace 7 años cuando era como un bicho raro; pero al año siguiente se vendió el triple, y este año hemos vendido tres veces más que en 2019. La bicicleta eléctrica representa un 25 por ciento de la facturación global».

Arribas recalca que en España «hemos ido siempre por detrás en movilidad urbana respecto a algunos países de Europa. Los carriles bici eran un peligro y había poca cultura y filosofía del uso de la bici. Hay que fomentar estos aspectos y desarrollar los carriles».

Momento dulce con un despegue que nadie sabe lo que puede durar. Lo más probable es que vaya bajando a medida que se habrán las posibilidades para practicar otros deportes.

«La pandemia ha removido conciencias para vivir de forma más saludable, pero también hay mucha afición a la bici en España. Estamos en un pico, pero irá bajando. Según dicen algunos, «una vez que abran los bares», comenta Sánchez con ironía.

Según datos del sector, la producción mundial de bicicletas genera 50.000 millones de euros y ha tenido un crecimiento del 7 por ciento entre 2018 y 2019. Si las bicicletas de carretera aumentaron en ventas un 35 por ciento en todo el mundo, las eléctricas van triplicando sus ventas año a año.

En España el 20 por ciento de los usuarios del transporte público van a optar por medios de transporte privados, siendo la bicicleta el favorito.

Durante el primer fin de semana de desconfinamiento en la ciudad de Madrid, el uso del carril bici se incrementó más de un 300 por ciento. La pandemia despertó las conciencias, al menos con los bares cerrados.