Clan del Golfo, el poder paralizante del narco en Colombia

Decenas de poblados desiertos, casi una decena de asesinatos y 187 vehĆ­culos incinerados. El ejĆ©rcito del narco en Colombia, que el gobierno llegĆ³ a dar por vencido, desplegĆ³ su formidable fuerza en la recta final hacia las presidenciales. 

El Clan del Golfo, la banda de Otoniel – responsable de entre un 30 y 60% de la cocaĆ­na que sale del paĆ­s (equivalente a unas 700 toneladas) – se vengĆ³ de la reciente extradiciĆ³n de su jefe a Estados Unidos con un Ā«paro armadoĀ» que inmovilizĆ³ por seis dĆ­as una vasta zona del norte y noroeste del paĆ­s, en las narices de la fuerza pĆŗblica. 

Algunas claves del fenĆ³meno:

1. Fallos al desnudo

Tras la captura en octubre de Dairo Antonio ƚsuga, alias Ā«OtonielĀ», el presidente IvĆ”n Duque cantĆ³ victoria: este es un Ā«golpe que marca el final del Clan del GolfoĀ».

Pero la banda que se formĆ³ a partir de los remanentes de los paramilitares de ultraderecha demostrĆ³ lo contrario. Pese a la movilizaciĆ³n de 52.000 militares y policĆ­as, segĆŗn el gobierno, matĆ³ a ocho personas, cinco de ellas de la fuerza pĆŗblica, y restringiĆ³ el comercio, las clases y el transporte en 141 de los 1.100 municipios colombianos, segĆŗn balances oficiales. 

Ā«El Estado no tiene muy claro quĆ© hacer. Lo que muestra como Ć©xitos en seguridad, incluso la misma extradiciĆ³n de Otoniel, no significa que en el terreno las cosas cambienĀ», dijo a la AFP Kyle Johnson, analista de la fundaciĆ³n Conflict Response. 

SegĆŗn Johnson, Ā«en los Ćŗltimos dos o tres aƱos el Clan es el grupo (armado) que mĆ”s se ha expandido en el territorioĀ». 

La FundaciĆ³n Paz y ReconciliaciĆ³n estima que la banda tiene presencia en 241 municipios (31 mĆ”s que el aƱo pasado) y cuenta con unos 3.200 integrantes, la mitad de ellos armados y el resto colaboradores.  

Durante Ā«el paro armadoĀ» exhibiĆ³ su fuerza en regiones que estaban relativamente a salvo de la violencia posterior al acuerdo de paz con la guerrilla FARC en 2016. 

Ā«El gobierno cree que como hay menos violencia no es tan grave. Pero, asĆ­ no haya los niveles de violencia que vemos en el sur del paĆ­s (donde operan rebeldes que siguieron en armas), la situaciĆ³n estĆ” muy graveĀ», opina Johnson.  

2. Nuevas formas de lucha 

El desafĆ­o Ā«ya no es solo militarĀ». El gobernador de Sucre, uno de los departamentos azotados por el Clan, alertĆ³ sobre sus nuevas formas de lucha. Ā«AquĆ­ tenemos un reto, pienso yo, cibernĆ©ticoĀ», asegurĆ³ en entrevista con W Radio.

A punta de audios en WhatsApp y mensajes de Facebook, la banda que ahora comandan Ā«SiopasĀ» y Ā«Chiquito MaloĀ», lugartenientes de Otoniel, intimidĆ³ con igual o mĆ”s efectividad que con los fusiles. 

SegĆŗn el gobernador de Sucre, HĆ©ctor Espinosa, habĆ­a suficiente policĆ­a para garantizar la seguridad Ā«pero la gente no querĆ­a salir porque tienen unas cadenas de WhatsApp y de Facebook que les estĆ”n diciendo que no salganĀ». 

Un periodista revelĆ³ que fue forzado a divulgar un panfleto del Clan desde la pĆ”gina de Facebook de su medio. Pero la amenaza no se quedĆ³ ahĆ­.

Ā«Comenzaron a hacer acciones reales donde tu veĆ­as que podĆ­an hacerte daƱo o quitarte la vida. Como quemar una motocicleta o darte (golpes) con una varilla. Entonces la gente vio que sĆ­ corrĆ­a peligro su vida y les prestĆ³ atenciĆ³nĀ», dijo el comunicador a la AFP bajo reserva. 

Para el experto en investigaciĆ³n digital Carlos CortĆ©s Ā«la idea de que WhatsApp estĆ” mostrando una manera nueva de intimidar y controlar a las poblaciones es una cortina de humo polĆ­ticaĀ». Ā«La respuesta no estĆ” en WhatsApp. EstĆ” en la operaciĆ³n y la presencia de esos grupos en el territorioĀ», enfatiza CortĆ©s.

3. Mano dura o negociaciĆ³n 

Faltando dĆ­as para la elecciĆ³n presidencial del 29 de mayo, el Clan del Golfo aterrizĆ³ en la campaƱa. El izquierdista Gustavo Petro, favorito en la encuestas, criticĆ³ la Ā«fallida propuesta de seguridadĀ» del gobierno frente a las drogas.

En otras ocasiones, Petro ha planteado una oferta de Ā«sometimiento colectivoĀ» para narcotraficantes que incluya beneficios jurĆ­dicos a cambio de que dejen el negocio.

Su principal rival, el derechista Federico GutiĆ©rrez, pide en cambio que Colombia no ceda Ā«ante estos criminalesĀ» y que la fuerza pĆŗblica siga persiguiĆ©ndolos.

Ante el frustrado combate contra las drogas, se aviva el debate entre Ā«mano duraĀ» o negociaciĆ³n. Ā«Hay que pensar en rebajas de penas, en un proceso de desarme, desmovilizaciĆ³n y reintegraciĆ³n, ademĆ”s de mecanismos para contar la verdad a las vĆ­ctimasĀ», apuntĆ³ Johnson.

Pero advirtiĆ³ que un eventual arreglo con la banda narco solo funcionarĆ” si el Estado logra Ā«copar el territorioĀ» que hoy domina el Clan.Ā Ā«En el proceso de paz con las FARC no se hizo, la pregunta ahora es si es posible hacerlo con el ClanĀ», aƱadiĆ³.