El trap de cria, el rap de las favelas de Rio, causa revuelo

Primero, Vitor Oliveira vendiĆ³ la planta baja del edificio de ladrillos que construyĆ³ cerca de la cima de su extensa favela en RĆ­o de Janeiro. Luego vendiĆ³ uno de los dos apartamentos del segundo piso. DespuĆ©s su auto.

Todo es por la mĆŗsica, por el trap de cria, un nuevo estilo de hip hop que evoca la vida de las pandillas en las favelas de RĆ­o.

MĆŗsica que evoca la vida de pandillas

Oliveira, de 31 aƱos, invirtiĆ³ sus ganancias en la construcciĆ³n de un pequeƱo estudio de grabaciĆ³n y una sala de ediciĆ³n en el Ćŗltimo apartamento del edificio.

AllĆ­ regresa de su trabajo conduciendo un mototaxi por Rocinha, uno de los barrios marginales mĆ”s grandes de AmĆ©rica Latina, para trabajar en la producciĆ³n de 18 pistas y videos que las acompaƱan.

Trap de cria (algo asĆ­ como ā€œtrap de cosecha propiaā€) es el nuevo sonido de esta y otras favelas, y sigue siendo ampliamente desconocido fuera de ellas.

Con un flujo lĆ­rico sobre baterĆ­a sintetizada, es una rama del trap al estilo de Atlanta y habla de la lucha diaria con la miseria en los barrios.

Alarde de armas y violencia

Excepto que la mayorƭa de estos raperos no son verdaderos gƔnsteres, aunque sus millones de espectadores en YouTube no lo sabrƭan por sus videos, que los muestran haciendo alarde de lo que parecen ser armas reales en vecindarios de clase trabajadora dominados por narcotraficantes.

La bravuconerĆ­a del trap de cria a veces parece un disfraz inofensivo, y otras la glorificaciĆ³n aspiracional de una vida en el crimen.

Los artistas crecieron junto a niƱos que se convirtieron en vigilantes, lƭderes y sicarios de pandillas. Algunos todavƭa son sus amigos.

ā€œNuestra arma es nuestra voz, nuestra municiĆ³n son nuestras letrasā€, dijo Filipe Toledo, quien rapea como Lidinho 22, mientras metĆ­a un cargador en una pistola de perdigones de plĆ”stico. Luego apuntĆ³ su caĆ±Ć³n a la cĆ”mara. ā€œBumā€.

No todo el mundo es fan. El aƱo pasado, la policĆ­a de RĆ­o iniciĆ³ una investigaciĆ³n sobre un video de Marcos Borges e Ivens Santos, jĆ³venes de 22 aƱos que rapeaban bajo los nombres de MbNaVoz y Dom Melodia.

La policĆ­a investiga cĆ³mo obtuvieron los SUV y si se usaron armas reales. El clip tiene 4 millones de vistas.

Acusaciones de incitar al crimen

La policĆ­a civil de Brasil dijo que Borges y Santos enfrentan acusaciones de incitaciĆ³n al crimen y asociaciĆ³n con el narcotrĆ”fico, y podrĆ­an ser procesados por porte ilegal de armas de fuego si se confirma que eran reales.

ā€œLa libertad de expresiĆ³n tiene un lĆ­mite, y el lĆ­mite es cuando se comete un delito. Entendemos que se cometiĆ³ un delitoā€, dijo el detective de policĆ­a Allan Duarte al canal de televisiĆ³n SBT.

ā€œNo podemos permitir que los niƱos idolatren a estas personas que portan armas y cometen delitosā€.

Borges luce la parte amenazante: tiene una Uzi tatuada en el cuello. Pero rechaza las crĆ­ticas de las autoridades.

La vida en las favelas

ā€œTenemos que retratar lo que vivimosā€, dijo en una entrevista, mientras fumaba marihuana. ā€œNo podemos cantar sobre una mujer que camina por la acera de Copacabana o patina en patineta si no vivimos eso. Yo salgo de mi casa y veo cosas locas todo el tiempo. ĀæMe entiendes? AsĆ­ es en la favelaā€.

Borges dijo que organizaron la filmaciĆ³n el mismo dĆ­a de una carrera callejera ilegal, y que los participantes les prestaron sus autos. Dijo que usaron armas de perdigones y que hacerlo de otra manera serĆ­a una idiotez.

The Associated Press revisĆ³ las armas que se usaron para videos musicales mientras trabajĆ³ para este reportaje en seis favelas durante ocho dĆ­as, y todas eran de perdigones, incluyendo los rifles que Borges y Santos blandieron en rodaje el 11 de abril.

La filmaciĆ³n tambiĆ©n incluĆ­a fajos de billetes falsos; juntos, los dos ganan el equivalente a un salario mĆ­nimo en YouTube.

Las pandillas controlan favelas

Incluso cambiaron el sitio de un rodaje de una parrillada donde habĆ­an planeado filmar, porque no podĆ­an darse el lujo de alimentar a los traficantes que allĆ­ se reunĆ­an.

Las pandillas controlan muchas favelas que albergan a 1,7 millones de personas en la regiĆ³n metropolitana de RĆ­o, segĆŗn el censo de 2010. Los servicios son limitados, al igual que las posibilidades de salir del barrio.

ā€œNadie quiere escuchar que los niƱos estĆ”n muriendo, que los jĆ³venes estĆ”n muriendo, que no nos dieron oportunidadesā€, dijo Thaina Denicia, de 23 aƱos, una exstripper que rapea como Thai Flow.

Denicia no incluye armas en sus videos ni juzga a quienes lo hacen; su padre era un traficante y ella creciĆ³ con el crimen dentro de su casa.

Quiere trascender en su grupo de favelas, Complexo do Alemao, y proporcionar una vidriera a quienes no conocen nada sobre sus vidas.

ā€œHablo de los personajes que creĆ³ el crimen, la sociedad que creĆ³, y adĆ³nde podemos ir y quiĆ©nes podemos serā€, agregĆ³.

El trap de cria

Pero la popularidad los expone a la mala fama. El aƱo pasado, cuando un rapero criticĆ³ al concejal Gabriel Monteiro, el expolicĆ­a militar dijo a sus 6 millones de seguidores en redes sociales que los ā€œsupuestos artistasā€ glorifican el crimen y degradan a la sociedad decente.

En febrero, un legislador estatal denunciĆ³ la influencia maligna del trap de cria y compartiĆ³ un video musical de motociclistas blandiendo rifles.

ā€œĀæEs esta la cultura que quieres para tus hijos?ā€, preguntĆ³ en Instagram.

Esta no es la primera mĆŗsica nacida de comunidades de RĆ­o de mayorĆ­a negra y birracial que genera consternaciĆ³n. Hace un siglo, la policĆ­a arrestĆ³ a mĆŗsicos de samba por tan sĆ³lo tocar el pandeiro, un tambor de mano.

En la dĆ©cada de 1990, los mĆŗsicos de funk y hip hop tuvieron su turno. Al carecer de los medios para grabar videos, organizaron enormes ā€œbailes funkā€ en las favelas, dijo Janaina Medeiros, periodista y autora del libro ā€œFunk carioca: crime ou cultura?ā€.

A medida que se hicieron populares los CD de ā€œfunk prohibidoā€ con referencias a pandillas, las autoridades tomaron medidas enĆ©rgicas contra los bailes.

ā€œTodo el movimiento fue visto como una encarnaciĆ³n maligna, como un gran virus que iba a contaminar a la sociedad, realzar el crimen y secuestrar a las chicas buenas de sus familiasā€, dijo Medeiros.

Un gƩnero musical mƔs abierto

El funk fue la banda sonora de la adolescencia de Vitor Oliveira, quien comenzĆ³ a hacer su propia mĆŗsica. Con el trap de cria, descubriĆ³ un gĆ©nero mĆ”s abierto a la autoexpresiĆ³n y quedĆ³ enganchado.

A menos de 30 metros (100 pies) de su estudio, jĆ³venes que deambulan con armas semiautomĆ”ticas venden cocaĆ­na y marihuana. Oliveira dice que hacĆ­a recados ocasionales para la pandilla, pero sĆ³lo cuando estaba desesperado por dinero en efectivo.

Evidentemente hay buena voluntad. Antes de filmar un video el 6 de marzo, los traficantes se quitaron los anillos de los dedos y grandes cadenas de oro de sus cuellos para prestƔrselos a Oliveira.

Bajo el nombre de MC Piloto, ha grabado 10 pistas y dos videos para su proyecto de 18 canciones. El Ʃxito a veces puede parecer un sueƱo lejano, pero se imagina a sƭ mismo esquivando todas las trampas.

ā€œĀæCrees que (el estado) no se va a preocupar de ver que a un negro le va bien en esta vida? Maldita sea. Va a tratar de hacerme caerā€, dijo. ā€œPero estoy preparado para dar el saltoā€.

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