¿Por qué se eliminan los exámenes remediales y de gracia?

Por Redacción Transmedia Digital

Luego de los cambios en el reglamento a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), publicados el 22 de febrero de 2023, las posturas son divididas con respecto a la eliminación de los exámenes remediales y de gracia. Los docentes coinciden en un mismo aspecto: para que los cambios sean efectivos en los estudiantes se requiere inversión y mayor participación de los padres de familia.

Los dos exámenes eran la última oportunidad para pasar el año. El remedial se aplicaba para estudiantes que, al finalizar el año lectivo, obtenían una nota menor a 5 sobre 10 en cualquier asignatura. Si el alumno no aprobaba esta evaluación tenía derecho al examen de gracia, que se rendía un mes después del inicio del año escolar.

Santiago Zambrano, docente de bachillerato, considera que la medida tiene aspectos positivos y negativos. Asegura que muchos estudiantes no asistían a clases de manera regular y que los padres justificaban esas faltas, con lo que, al término del período escolar, eran promovidos. Eso generaba un bajo nivel educativo, ya que avanzaban sin los conocimientos necesarios, dice el docente, quien describe la situación como ‘la ley del mínimo esfuerzo’.

Sin embargo, el maestro reconoce un problema recurrente que trasciende a los exámenes: en el sistema fiscal no es posible dar acompañamiento personalizado a todos los estudiantes a lo largo del año escolar por la limitación de recursos. Mientras, en el privado hay plataformas eficientes que permiten interacción constante entre maestros, alumnos y padres de familia, sostiene.

En promedio, los maestros del sostenimiento fiscal cuentan que tienen 40 alumnos por salón y dan clases a más de cuatro paralelos. El Ministerio de Educación registra que en el país hay 4,3 millones de estudiantes, de los cuales el 75,4% está en planteles fiscales.

Estudiantes en Ecuador.

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La docente de bachillerato Marcela Herrera señala que el acompañamiento sería posible si se redujera la carga administrativa a los maestros. Cuenta que a ese trabajo se suma la entrega de proyectos y planificaciones.

Según el Ministerio de Educación, la eliminación de los exámenes remediales y de gracia llegará con evaluaciones periódicas más frecuentes a los estudiantes. Según la titular de esa Cartera, María Brown, esto permitirá un acompañamiento pedagógico permanente y la retroalimentación oportuna para estudiantes y representantes legales.

Los maestros coinciden en que la cantidad de alumnos que manejan por aula en el sistema fiscal los supera para un seguimiento adecuado. Edwin Robles, profesor de séptimo de básica, puntualiza que con más evaluaciones también se incrementa su trabajo; por la entrega constante de reportes.

El cambio, tras una situación crítica de la educación

Los cambios al sistema de evaluación se aplican en medio de un intento de recuperación tras la crisis de la educación a causa de la pandemia de covid-19. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en Ecuador, seis de cada 10 estudiantes aprendieron menos en las clases no presenciales.

Esa situación provocó la pérdida de aprendizajes, sostiene Paola Jácome, directora del área de Educación de Grupo Faro. Y los resultados del último estudio Ser Estudiante 2022 del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval) lo reflejan.

En las cuatro áreas básicas de conocimiento (Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Naturales y Sociales) se registra una caída, en todos los niveles educativos. Es decir, desde segundo de básica hasta tercero de bachillerato.

En Lectura, por ejemplo, el promedio del período escolar 2021-2022 es menor al del año lectivo 2020-2021. La diferencia es de 40 puntos en el subnivel elemental (segundo, tercero y cuarto de básica); llega a 45 puntos en el medio (quinto, sexto y séptimo), y alcanza 55 puntos en el bachillerato. 

De acuerdo con los resultados del Ser Estudiante, en el año escolar 2021-2022 los alumnos se ubicaron en el nivel de logro elemental en esta área; es decir, solo un lugar más arriba del nivel más bajo de la tabla, que es el insuficiente. Esto implica que no alcanzaron el mínimo de competencia, concluye el informe del Ineval.

Para Claudia Tobar, doctora en Educación y directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA) de la Universidad San Francisco de Quito, el retraso académico después de la pandemia es evidente. Frente a eso, señala que es necesario buscar un nuevo enfoque de priorización del currículo. “Debemos reforzar la calidad educativa y enfocarnos en que aprendan, no en que pasen el examen”.

Del ‘nadie pierde el año’ a la eliminación de exámenes

En el contexto de la pandemia, en el período escolar 2019-2020, el Ministerio de Educación dispuso que ningún estudiante pierda el año en Ecuador. La política se estableció durante la administración de la entonces ministra Monserrat Creamer, debido a los problemas de conectividad de los alumnos del sistema público para las clases virtuales.

La medida se mantuvo durante el ciclo 2020-2021. La autoridad educativa sostuvo que hacer que los estudiantes pierdan el año en medio de la emergencia sanitaria y social no era pertinente. De hecho, esto se aplicó también en otros países del mundo; y la asignación de calificaciones mínimas para la promoción fue una alternativa. En ese entonces, la prioridad fue la situación psicosocial de los estudiantes.

Liliana Gallardo, madre de una estudiante de segundo de bachillerato, está de acuerdo con que se eliminen los exámenes remediales y de gracia; ella considera que se desarrollará un mayor sentido de responsabilidad y compromiso entre los estudiantes.

En contraste, Verónica Gallardo, madre de otro alumno de primero de bachillerato, reconoce que la pandemia tuvo un impacto. Dice que su hijo necesitará nivelaciones, ya que por las clases virtuales hay temas que le ha tomado más tiempo entender y dominar.

En ese contexto, la psicóloga Gabriela Calvopina, directora del Centro de Apoyo Escucharte, señala que después de la política del ‘nadie pierde el año’ ir a la eliminación de los exámenes remediales y de gracia puede generar estrés en los alumnos.

La especialista recomienda no generalizar sobre las necesidades de los estudiantes porque hay realidades diferentes. “Cada uno tiene su proceso de adaptación, de aprendizaje”, dice.

Calvopiña considera que los actores principales en este proceso son los padres de familia, quienes conocen a sus hijos y pueden acompañarlos en el cambio. A esto se debe sumar el acompañamiento de las instituciones, principalmente de los departamentos de consejería y psicología.

¿Cómo aplicar el nuevo modelo?

Paola Jácome, de Grupo Faro, sostiene que si bien el cambio debería ser progresivo para evitar un fuerte impacto en la comunidad educativa, esta aceleración se produce porque la calidad de la educación ecuatoriana está en emergencia.

El nuevo modelo de evaluación entra en vigencia desde el período escolar 2023-2024. Las nuevas tendencias educativas se alejan cada vez más de depender de un examen para pasar el año, señala Claudia Tobar, directora del IDEA. El aprendizaje, enfatiza, no consiste en pasar o reprobar, sino en construir. Y, en ese sentido, Jácome también resalta que las evaluaciones no deberían ser sumativas sino formativas.

Marcela Herrera, profesora de bachillerato, señala que se requiere capacitación. Edwin Robles, también docente, dice que es urgente que se revise la infraestructura de las instituciones educativas: necesidades tecnológicas y buen funcionamiento de plataformas en el sistema fiscal, por ejemplo.

Para Jácome, es importante contar con mayor participación de los padres de familia, porque por lo general son convocados a las instituciones con fines informativos, pero quedan fuera de los procesos de mejoramiento y nivelación, aspecto importante en este cambio.

Tobar señala que la eliminación de los exámenes debería ser un paso positivo, siempre y cuando se cambie el enfoque de enseñanza en el aula. “Es una invitación para que el sistema educativo enfoque sus esfuerzos en hacer más evaluaciones diagnósticas y de seguimiento para informar a los estudiantes dónde están y, sobre todo, qué tienen que hacer para mejorar”.

Según Jácome, con inversión del Estado es posible que los cambios tengan mejores resultados, a través de la aplicación de programas paralelos, de acuerdo con las necesidades de la comunidad educativa.

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