Las tres plagas que azotan la India

Como si el coronavirus no fuese suficiente, India soporta también una gran ola de calor y la peor invasión de langostas en décadas.

Es la “tormenta perfecta” de consecuencias imprevisibles en momentos en que se apresta a levantar las restricciones impuestas por el virus a pesar de que se registran miles de infecciones nuevas todos los días.

Una catástrofe de proporciones bíblicas

Es una catástrofe de proporciones bíblicas que obliga a las autoridades a buscar un delicado equilibrio entre las demandas de tres crisis sanitarias simultáneas:

Proteger a la población de un calor abrasador al tiempo que se mantiene la distancia social mientras se reabren los mercados y los parques.

La ola de calor amenaza con agravar los retos que plantea el virus, que se está expandiendo más rápidamente desde que el gobierno comenzó a levantar las restricciones a principios del mes. La orden de confinamiento era una de las más estrictas del mundo.

“El mundo no podrá respirar más. La ferocidad de la crisis va en aumento y no habrá espacios”, afirmó Sunita Narain, del Centro para las Ciencias y el Medio Ambiente de Nueva Delhi.

Cuando su hijo de seis años se despertó con la garganta reseca y fiebre, la empleada doméstica Kalista Ekka quiso llevarlo al hospital. Pero ante la cantidad de pacientes con el COVID-19, el médico le recomendó que lo dejase en su casa, a pesar de las temperaturas altísimas de un departamento de dos ambientes en un barrio pobre de South Delhi.

“El ventilador aumenta el calor, pero no podemos abrir la ventaja porque no tiene mosquitero”, dijo Ekka. Los mosquitos transmiten malaria y dengue.

No muy lejos, en un complejo lleno de gente que camina o trota todas las mañanas y al anochecer –algunos con tapabocas, otros sin– los vecinos debaten los méritos de los barbijos en un foro online.

Con tanto calor, “es muy peligroso ejercitarse sin un tapabocas”, dijo Asmita Singh.

Nueva Delhi registró 47 grados centígrados (118 Fahrenheit) esta semana. En el estado de Rajasthan el termómetro llegó a 50 grados (122 F).

Plagas sumadas a falta de accesos a servicios

La India sufre una severa escasez de agua y decenas de millones de personas carecen de agua corriente y de acondicionadores de aire. Mucha gente se refugia debajo de los árboles en los parques públicos y los enormes pozos usados en la antigüedad para almacenar agua de lluvia.

Mucha gente sigue usando tapabocas, pero algunos los llevan debajo del mentón y otros directamente no los han dejado de lado.

El ciclón Amphan, una gran tormenta que azotó la Bahía de Bengala la semana pasada, capturó grandes cantidades de humedad y provocó vientos secos y calientes que dieron forma a una ola de calor en partes del centro y el norte de la India.

Paralelamente, enormes cantidades de langostas del desierto causan estragos en las cosechas de las zonas rurales, agravando el panorama de una región muy vulnerable que sufre grandes pérdidas por la paralización de actividades por el virus.

Granjeros exasperados han estado haciendo cacerolazos, silbando y tirando piedras para tratar de espantar a las langostas. Incluso prendieron fuegos. La plaga parecía dirigirse de Rajasthan hacia Delhi, pero el miércoles cambiaron los vientos y la enfilaron hacia el estado de Madhya Pradesh, en el sur.

K.L. Gurjar, director de la Organización de Alerta por la Langosta, dijo que su organización de 50 empleados se afana por contener la plaga antes de que las langostas se reproduzcan durante la temporada de monzones, que empieza en julio. Si no lo logran, la langosta podría acabar con las cosechas del verano.

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El país, por otro lado, registró 6.500 casos nuevos de coronavirus el jueves, elevando el total a 158.333 casos confirmados, con 4.531 muertes.

El gobierno del primer ministro Narendra Modi prepara nuevos lineamientos a ser emitidos este fin de semana, posiblemente extendiendo la cuarentena en las zonas más golpeadas mientras se promueve la reapertura de la economía en otras.

El desempleo llegó al 25% en la India por la pandemia.

La paralización de actividades que comenzó el 25 de marzo fue devastadora para los jornaleros y los trabajadores migrantes, que tuvieron que abandonar las ciudades a pie para volver a sus pueblos en el interior del país.