Las últimas palabras del asesino serial de Virginia antes de ser ejecutado

El gobierno de Estados Unidos ejecutó el jueves a Corey Johnson, de 52 años, un narcotraficante y asesino serial por su participación en un alto número de homicidios en la capital de Virginia en 1992.

La ejecución se llevó a acabo a pesar de los reclamos de sus abogados, quien manifestaron que la inyección letal podría causarle un dolor insoportable debido a los daños pulmonares causados por una reciente infección de COVID-19.

Corey Johnson es el décimo segundo reo que muere en el complejo penitenciario federal en Terre Haute, Indiana, desde que Trump reinició las ejecuciones federales.

Johnson estuvo implicado en uno de los peores episodios de violencia de pandillas en Richmond. Este acontecimiento provocó la muerte de 11 personas en 45 días.

Corey, de quien sus abogados dijeron que tenía una discapacidad mental grave, fue declarado muerto a las 11:34 p.m.

Cuando se le preguntó si tenía algunas últimas palabras, Johnson pareció distraído, concentrándose en una habitación a su izquierda designada para miembros de su familia. Sin dejar de mirar alrededor, respondió: “No. Estoy bien.»

Segundos después, dijo en voz baja mientras miraba fijamente a la misma habitación: «Te amo».

ÚLTIMAS PALABRAS

“Estoy bien. Estoy en paz”, dijo el asesino serial antes de recibir la inyección letal, según The Associated Press.

A Johnson lo ataron a una camilla y le inyectaron dosis letales de pentobarbital.

Quiero decir que siento mis crímenes. Quería decir eso a los familiares que fueron victimizados por mis acciones y quiero que se recuerden esos nombres. Hubiera pedido perdón antes, pero no sabía cuánto lo sentía. Espero que encuentren paz.

A mi familia, decirles que siempre la amé y su amor me ha hecho real. En las calles buscaba atajos, tenía buenos modelos a seguir, pero buscaba de lado… estaba ciego y fui estúpido.

No soy el mismo hombre que fui.

Al personal de la SCU, gracias, han sido amables.

La pizza y el batido de fresas fueron maravillosos, pero no tuve las donas rellenas de gelatina. ¿Qué sucedió? Esto debería ser solucionado.

Gracias al capellán, fue amable. Gracias a mi equipo legal. Don ha sido más que un abogado, se ha convertido en un amigo.

Estoy agradecido a mi ministro. Estoy bien. Estoy en paz”.