Latinoamericanos en Italia entre el miedo y la prudencia frente al coronavirus

No sale de casa y no quiere trabajar. La empleada ecuatoriana que desde hace algunos aƱos cuida a una anciana italiana de 84 aƱos en el pueblo de Zorlesco, en la Ā«zona rojaĀ», una de las 10 localidades de LombardĆ­a aisladas por el coronavirus, estĆ” aterrada.

Ā«No logro calmarlaĀ», cuenta a la AFP la italiana Ombretta, profesora universitaria, quien necesita la ayuda de la ecuatoriana para asistir a la anciana madre en esa pequeƱa localidad de la LombardĆ­a, al norte de Italia, paĆ­s que se ha convertido en ‘exportador’ del virus a la mayorĆ­a de los paĆ­ses europeos, Brasil y Nigeria.

Desde el fin de semana pasado unos 50.000 habitantes han sido aislados en esa regiĆ³n norteƱa por orden de las autoridades sanitarias debido al brote de coronavirus, que ha infectado a mĆ”s de 500 personas y 14 fallecidos.

Como la ecuatoriana, muchos latinoamericanos que residen en Italia sienten pĆ”nico ante una situaciĆ³n que nunca habĆ­an vivido.

Ā«Se siente el miedo entre la gente. Anulan las citas, la ciudad estĆ” sola, la gente teme el contacto fĆ­sico y la poca que circula lleva guantes y mascarillasĀ», cuenta la venezolana Grecia FermĆ­n, de 39 aƱos, quien reside desde hace 13 aƱos en Italia, de los cuales cinco en MilĆ”n, capital de la LombardĆ­a. 

Pese a que no estĆ” en la zona de alto riesgo, FermĆ­n tuvo que firmar una declaraciĆ³n y llenar un formulario para poder recibir el jueves el tratamiento de fisioterapia que tenĆ­a fijado.

Ā«Me hicieron lavar las manos y declarar que no tenĆ­a gripe ni tos, ningĆŗn sĆ­ntoma de coronavirusĀ», cuenta algo sorprendida.

Aunque han pasado seis dĆ­as y la gente parece un poco mĆ”s tranquila, la venezolana no quiere estar pegada mĆ”s a la televisiĆ³n.

Ā«No mĆ”s televisiĆ³n. Espero que abran maƱana los bares. Es que la medida es exagerada. Parece como si estuviĆ©ramos en guerraĀ», lamenta despuĆ©s de haber perdido varios trabajos por la anulaciĆ³n de ferias y eventos en donde trabaja como azafata.

Sin trabajar

La peruana Zeila, de 66 aƱos, trabaja desde hace 28 aƱos en Italia y llegĆ³ hace cuatro dĆ­as de PerĆŗ.

Como reside a media hora de Casalpusterlengo, otras de las localidades aisladas, decidiĆ³ autoaislarse.

Ā«Estoy resfriada porque en PerĆŗ hacĆ­a calor y aquĆ­ frĆ­o. DecidĆ­ que no voy a salir de mi casaĀ», confiesa.

Ā«Desde que se supo que han detectado el virus en otros paĆ­ses europeos estoy un poco mĆ”s tranquila. Parece que no es tan mortalĀ», dice.

EstĆ” sorprendida de que productos de limpieza o alimentos como pan y leche Ā«estĆ©n agotadosĀ» aunque los supermercados estĆ©n abiertos.

Como todos, espera alguna indemnizaciĆ³n oficial o facilidad fiscal sobre todo porque muchos jĆ³venes latinoamericanos que trabajan en la entrega de paquetes para Amazon, que tiene una sede central vecina, han perdido horas de retribuciĆ³n.

Ā«Yo no voy a ir a trabajar y mi sobrino no sale a la calle porque estĆ” pegado al computadorĀ», admite. 

La turista colombiana Johana Torres, que reside en EspaƱa pero que pasaba una temporada de vacaciones en Roma, anda con mascarilla, si bien por ahora no es exigida.  

Ā«Decidimos en el aeropuerto comprar las mascarillas y ya. Eso sĆ­ tenemos un poco de miedo. Pero cuando estamos en una aglomeraciĆ³n  y que hay mucha gente intentamos ponernos un poco las mascarillasĀ», explica. 

Ā«Nos vamos a quedar tres dĆ­as y los vamos a disfrutar igualĀ», cuenta mientras pasea por los alrededores del Coliseo.

Para JosuĆ© MejĆ­a, de Guatemala, lo importante es Ā«la precauciĆ³nĀ» por lo que anda cargado de mascarillas y gel desinfectante. 

Ā«Las pude comprar sĆ³lo en la tercera farmacia. Venimos desde Guatemala y vamos a ir a Francia tambiĆ©n. Como vamos a estar donde hay muchas personas decidimos por precauciĆ³n el uso mascarillasĀ», confiesa frente a los templos del foro romano.

Ā© Agence France-Presse