La sonda Orbiter va camino al Sol para estudiar su efecto en la Tierra

La sonda europea Solar Orbiter ya va camino del Sol, del que tomarĆ” las primeras imĆ”genes de sus regiones polares, ademĆ”s de estudiar y tratar de predecir su comportamiento y sus efectos en la Tierra, para lo que se acercarĆ” a solo 42 millones de kilĆ³metros.

Pasaban tres minutos de las once de la noche en Florida (04.03 GMT) del domingo 9 de febrero de 2020 cuando el horizonte de la mĆ­tica base de Cabo CaƱaveral se iluminĆ³ con el gran fogonazo que salĆ­a del cohete Atlas V que dio a la sonda su primer empujĆ³n hacia el Sol, aunque para llegar a su Ć³rbita definitiva, dentro de dos aƱos, contarĆ” con la ayuda de la gravedad de Venus y la Tierra.

Un despegue que combinĆ³ la oscuridad de la noche con una nĆ­vea luna llena hacia la que se dirigiĆ³ el cohete en una trayectoria curva para crear uno de los despegues mĆ”s hermosos que recordaban algunos de los responsables de la Agencia Espacial Europea (ESA)

El director cientĆ­fico de la ESA, Gunter Hasinger, dijo a Efe tras el despegue que fue Ā«maravillosoĀ», el cohete Ā«fue directamente hacia la Luna, parecĆ­a que viajaba a la LunaĀ», agregĆ³ con una gran sonrisa.

El espectĆ”culo fue Ā«superestĆ©ticoĀ» segĆŗn el jefe de la Oficina de CoordinaciĆ³n de la ESA, Fabio Favata, quien asegurĆ³ que Ā«ha sido el lanzamiento mĆ”s lindoĀ» que haya visto nunca, parecĆ­a Ā«una pelĆ­culaĀ».

A los 57 minutos del despegue, Solar Orbiter mandĆ³ su primera seƱal a Tierra y poco despuĆ©s desplegĆ³ sus paneles solares, empezando asĆ­ su viaje.

Solar Orbiter, una misiĆ³n de la ESA con colaboraciĆ³n de la NASA, serĆ” la primera en estudiar las regiones polares y en hacer observaciones simultĆ”neas del astro y de lo que sucede alrededor de la sonda, acercĆ”ndose al Sol todo lo que permite la tecnologĆ­a para que no se daƱen su telescopios.

AsĆ­ intentarĆ” dar respuesta a cĆ³mo se crea la heliosfera -la burbuja magnetizada que envuelve el Sistema Solar- cĆ³mo surge y se acelerar el viento solar -una corriente de partĆ­culas energĆ©ticas (principalmente protones y electrones)-.

AdemĆ”s buscarĆ” dar respuesta a cuĆ”l es el origen del campo magnĆ©tico, responsable de toda la actividad del sol y que pasa por ciclos de once aƱos cuyo funcionamiento se desconoce, y cĆ³mo todo ello influye en la meteorologĆ­a espacial que afecta a la Tierra.

Ā«Este es el final de un largo camino y ahora se abre un excitante futuroĀ», seƱalĆ³ a el responsable del proyecto cientĆ­fico por parte de la ESA, Daniel MĆ¼ler.

Solar Orbiter, o Black Bird (pƔjaro negro) como lo llama el equipo, es un cubo de unos tres metros y 1.730 kilos, equipado con diez instrumentos, seis paneles solares, cuatro antenas y un mƔstil. Esa es la ciencia que necesita para mirar a la cara a todo un gigante, dentro del cual caben 1,3 millones de tierras.

Lejos de su apacible apariencia cuando se mira desde aquƭ, el Sol desarrolla una actividad frenƩtica: emite constantemente un viento de partƭculas energƩticas, produce erupciones, eyecciones y tormentas que pueden llegar a nuestro planeta y daƱar la tecnologƭa.

Comprender la fĆ­sica del Sol ayudarĆ” a predecir fenĆ³menos meteorolĆ³gicos espaciales como las tormentas solares y minimizar sus efectos en los satĆ©lites, las redes de telecomunicaciones, las elĆ©ctricas y de GPS, asĆ­ como proteger a los astronautas de la EstaciĆ³n Espacial y a aquellos que en breve volverĆ”n a la Luna.

Para ver y fotografiar las regiones polares, donde se producen importantes fenĆ³menos para entender el mecanismo magnĆ©tico de la estrella, adoptarĆ” una Ć³rbita Ćŗnica, 32 grados por encima de la elĆ­ptica -el plano en el que giran los planetas-, que le llevarĆ” a 42 millones de kilĆ³metros del astro, incluso mĆ”s cerca que Mecurio.

Sin embargo, no serĆ” quien mĆ”s se acerque al Sol, ese honor es para Solar Parker Probe de la Nasa, que un dĆ­a se situarĆ” a seis millones de kilĆ³metros, pero la sonda estadounidense no lleva cĆ”maras para ver la estrella, por lo que Solar Orbiter le Ā«prestarĆ” sus ojosĀ» y, con los datos combinados de ambas, se harĆ” mĆ”s ciencia.

De todas formas, llegar a 42 millones de kilĆ³metros del Sol supone sobrevivir en un ambiente altamente hostil, a mĆ”s de 500 grados y con elevados niveles de radiaciĆ³n, lo que ha sido uno de los grandes retos a afrontar en esta misiĆ³n.

La sonda se protegerĆ” tras un escudo Ćŗnico en su gĆ©nero, que incorpora ventanas para sus telescopios, hecho de titanio, carbono y aluminio y recubierto de una nueva sustancia llamada SolarBlack, a base de fosfato de calcio que protege del calor y es resistente a la radiaciĆ³n.

Otra de las novedades es que estudiarĆ” el Sol y la heliosfera como un Ćŗnico sistema, combinando la observaciĆ³n remota de la estrella con las medidas que tomarĆ” de viento solar y el medio que la rodea, para entender lo quĆ© pasa a su alrededor y cual es su causa en la estrella.

Para ello Ā«Black BirdĀ» (pĆ”jaro negro) como le llama el equipo, cuenta con diez instrumentos, que incorporan seis telescopios y 27 sensores, cuatro de ellos para estudiar el ambiente alrededor de la sonda y seis destinados a observar el Sol.

Todos ellos funciona, segĆŗn dijo a Efe Daniel Muler, responsable del proyecto cientĆ­fico de Solar Orbiter, Ā«como una orquesta, de manera coordinada, cada instrumento toca su parte y todos interpretan la sinfonĆ­a del SolĀ». EFE