Ā«PesadillaĀ» en crematorios de Lima

La COVID-19 se hace muy larga, casi eterna, para los crematorios de Lima, que llevan tres meses incinerando fallecidos por la enfermedad de forma ininterrumpida, 24 horas diarias, siete dĆ­as a la semana.

Pese a lo cual la acumulaciĆ³n de cuerpos es tan grande que la lista de espera llega a los tres dĆ­as.

Protegidos de la cabeza a los pies, los denodados operarios de estos hornos son testigos de primera mano de la incidencia real de la pandemia en PerĆŗ, consolidado como uno de los epicentros del virus SARS-CoV-2 a nivel global.

Con mĆ”s de 237.000 contagios, PerĆŗ estĆ” entre los diez paĆ­ses del mundo con mĆ”s casos confirmados de la COVID-19.

Los fallecidos ya superan los 7.000, pero los registros de los crematorios apuntan a que son muchos mƔs, sobre todo en Lima, que concentra el 60 % de los casos.

Ā«Solo nosotros debemos estar sobre las 6.000 cremaciones de fallecidos por la COVID-19Ā», asegurĆ³, Roberto GonzĆ”les, director del Crematorio Piedrangel, uno de los mĆ”s grandes de Lima.

Este crematorio tiene un convenio con el Estado para recoger e incinerar a los fallecidos por el coronavirus en la capital peruana.

Sus escalofriantes cifras parecen cuadrar con los funestos registros del Sistema InformƔtico Nacional de Defunciones (Sinadef), que revelan que, desde el inicio de la emergencia, hay mƔs de 10.000 muertes sospechosas solo en Lima.

Solo en mayo murieron cuatro veces mƔs personas que en el mismo mes de aƱos precedentes.

Cremaciones aumentan en 550% por Covid-19

Ā«Ni en la peor pesadilla pensamos que esto iba a sucederĀ», afirmĆ³ GonzĆ”les, cuyo crematorio ha pasado de incinerar entre 10 y 15 cuerpos al dĆ­a a tener que convertir en cenizas de 120 a 130 fallecidos diarios, un aumento del 550 %.

Esto le ha obligado a instalar raudamente cuatro hornos temporales a los tres que ya tenĆ­a en el cementerio Santa Rosa, de la PolicĆ­a Nacional del PerĆŗ (PNP), y a pasar de un horario de incineraciĆ³n de 11:00 horas a 18:00 horas a otro de 24 horas, en tres intensos turnos de trabajo sin descanso.

El volumen de trabajo, sin embargo, sigue muy por encima de la capacidad de los crematorios, incluso despuĆ©s de que el Gobierno quitase en abril la obligaciĆ³n de incinerar a todos los que fallecĆ­an por la COVID-19 al percibir las primeras seƱales de colapso en los servicios funerarios.

Hasta ahora se sigue haciendo sin familiares, que se quedan sin poder despedirse de sus seres queridos.