Pesebres coloniales dan la bienvenida a la Navidad en Quito

Toda la tradiciĆ³n belenĆ­stica de la escuela escultĆ³rica quiteƱa se exhibe por Navidad en la capital de Ecuador en pesebres coloniales que mezclan la imaginerĆ­a e iconografĆ­a europeas de los siglos XVII y XVII con la temĆ”tica latinoamericana.

Ā«Lo conocemos acĆ” como el belĆ©n quiteƱo o del Barroco quiteƱo, la representaciĆ³n del nacimiento con imĆ”genes reproducidas durante la Ć©poca colonialĀ», explicĆ³ Pablo RodrĆ­guez, administrador y coordinador del Museo San Francisco de Quito, levantado sobre los cimientos de la primera iglesia franciscana construida en 1536.

El arte de confeccionar tallas en madera llevĆ³ a una ingente producciĆ³n en los territorios que comprendĆ­an la Real Audiencia de Quito en los siglos XVII, XVIII y en menor medida en el XIX, y adquiriĆ³ caracterĆ­sticas diferenciadas de los pesebres europeos, especialmente los italianos y espaƱoles.

PESEBRES LATINOAMERICANOS

Y es que los artistas latinoamericanos introdujeron su propia forma de expresiĆ³n involucrando elementos propios de las regiones y de los oficios que se practicaban en la Ć©poca colonial.

Ā«Dependiendo de la habilidad e intenciĆ³n del artesano podemos tener, por ejemplo, belenes serranos o de la regiĆ³n andina donde representaban la natividad de un niƱo o virgen indĆ­genaĀ», acotĆ³ RodrĆ­guez.

El convento mĆ”ximo de San Francisco de Quito alberga desde 2006, y a excepciĆ³n del aƱo pasado por la pandemia, una de las mĆ”s conocidas exposiciones de pesebres de la capital ecuatoriana, que da cuenta de la mĆ­stica arraigada en la teologĆ­a franciscana.

Alrededor de una treintena de belenes confeccionados en su mayorĆ­a de forma artesanal y muchos de ellos con materiales reciclables compiten en belleza y originalidad a partes iguales.

Un pesebre de mazapĆ”n lacado de vivos colores y ornamentaciĆ³n que se asemeja a los tejidos del atiplano, o un nacimiento en una gruta sobre la que se erige imponente una maqueta del propio Convento de San Francisco de Quito son fiel reflejo de la coexistencia de lo autĆ³ctono, lo colonial y la espiritualidad.

Los pesebres coloniales en Quito llegaron a tener fama internacional y eran considerados a la vanguardia en la regiĆ³n hasta que en el siglo XX decayĆ³ su predicamento por el establecimiento del Estado laico en Ecuador.

Pero los franciscanos reanudaron hace 15 aƱos la exhibiciones previas a la Navidad, que se han ganado el cariƱo del pĆŗblico y de artistas, llegando a reunir en algunas ocasiones hasta 60 nacimientos.

Los dos Ćŗltimos aƱos han sido duros para los seguidores de Francisco de AsĆ­s porque la covid-19 les arrancĆ³ a dos de sus miembros, entre ellos el fraile Walter Verdezoto, impulsor de la muestra y conocido como Ā«el padre de los 500 pesebresĀ», por lo que abrir las puertas un aƱo mĆ”s supone un Ā«compromiso espiritualĀ» con su memoria, aƱadiĆ³ el administrador museĆ­stico.

CULTURA Y OFICIOS

Otra parada obligatoria es el Museo del Carmen Alto, emplazado en un edificio patrimonial regentado por carmelitas descalzas de clausura desde 1653, donde un pesebre colonial con aproximadamente 300 figuras da la bienvenida al visitante.

Ā«Representan no solamente los episodios en relaciĆ³n al nacimiento y la infancia de JesĆŗs, sino tambiĆ©n una serie de personajes del Quito cotidiano a lo largo de las diferentes Ć©pocasĀ», seƱala por su parte Myriam Navas, coordinadora del museo, ubicado en el casco antiguo de la urbe y antigua residencia -hace 400 aƱos- de Santa Mariana de JesĆŗs, la primera del paĆ­s.

Entre las figuras se combinan aquellas de origen colonial con otras piezas republicanas del siglo XIX y posiblemente de comienzos del XX, diferentes Ć©pocas que conviven en la representaciĆ³n encarnada por personajes de diferentes procedencias Ć©tnicas y variopintos oficios como el de ‘aguatero’, aquel que distribuĆ­a agua en la ciudad.

AsĆ­, aparece Ā«un conjunto de afros en pleno baile vestidos muy elegantemente tocando instrumentos y mujeres en situaciĆ³n de comercioĀ», indica Navas.

Pero llama la atenciĆ³n una escena de violencia machista en la que se aprecia un hombre con la mano en alto desafiante y una mujer con el rostro apesadumbrado, amoratado y ensangrentado.

Las piezas forman parte de la reserva conventual y ascienden a unas 400 de diferente tamaƱo y Ʃpoca, que fueron acumuladas por las propias monjas y que hoy forman parte del patrimonio navideƱo de la ciudad.

El responsable del Ć”rea de mediaciĆ³n del Carmen Alto, Gledys MacĆ­as expone que Ā«no siempre hubo catalogaciĆ³n o registroĀ» de las figuras artĆ­sticas de los pesebres, y que como en muchos hogares, las religiosas las reunĆ­an bajo diferente temĆ”tica.

En esta ocasiĆ³n, la exhibiciĆ³n se ha centrado en la figura de la Sagrada Familia en su huida a Egipto, pero en lugar del tradicional pollino, la virgen porta al niƱo a lomos de una llama andina.

Ā«Es una procreaciĆ³n cultural del pesebre tradicionalĀ», concluye el responsable sobre el peculiar montaje que trasciende la iconografĆ­a tradicional para arrojar, en definitiva, el mismo mensaje, el de la Natividad.