El exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg anunció este domingo oficialmente su candidatura a las primarias demócratas de cara a las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo año con el objetivo de «derrotar a Donald Trump y reconstruir América (EE.UU.)».
«Me postulo para presidente para derrotar a Donald Trump y reconstruir América (EE.UU.). No podemos permitirnos cuatro años más de acciones temerarias y poco éticas del presidente Trump», aseguró en un comunicado difundido en la página web de su campaña.
El pasado jueves, Bloomberg presentó ante la Comisión Federal Electoral el papeleo requerido para sumarse a la larga lista de aspirantes demócratas que luchan por ser los elegidos por sus filas.
El multimillonario de 77 años subraya en su carta de presentación que el actual inquilino de la Casa Blanca «representa una amenaza existencial» para Estados Unidos y sus valores.
«Si gana otro mandato, es posible que nunca nos recuperemos del daño. Las señales no podrían ser mayores. Debemos ganar estas elecciones. Y debemos comenzar a reconstruir América (EE.UU.). Creo que mi condición única con mi experiencia en los negocios, gobierno y filantropía me permitirá ganar y liderar», continuó.
Además, el comunicado subraya que Bloomberg no aceptará donaciones y que financiará personalmente su campaña, «como hizo las tres veces que se presentó con éxito a alcalde» de Nueva York, concluye la nota.
En las últimas semanas, Bloomberg ya había llevado a cabo gestiones para poder aparecer en las papeletas en varios estados, pero hasta este domingo no había dado el paso al frente que lo convierte en un candidato oficial.
Bloomberg llega tarde ya para competir en algunos estados donde ya se han cerrado los plazos y, a priori, parte con una importante desventaja con respecto a candidatos que llevan ya meses de campaña.
Sin embargo, no es el único que ha optado por subirse tarde al carro de las primarias,
El exgobernador del estado de Massachusetts Deval Patrick decidió este mes sumarse a la lista de candidatos que ahora mismo parecen encabezar el exvicepresidente Joe Biden, los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders y el alcalde Pete Buttigieg.
El pasado fin de semana, Bloomberg pidió perdón por la polémica práctica policial de parar y cachear a viandantes que se llevó a cabo durante su gestión en Nueva York y que afectó de forma desproporcionada a afroamericanos y latinos, dos grupos clave para los aspirantes demócratas.
Su confesión, ya se interpretó entonces como un gesto previo a la presentación de su candidatura que ahora ha hecho realidad.
El empresario, que ha militado tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata, ofrece una opción más moderada a los votantes demócratas y compete, a priori, con los candidatos del ala más centrista del partido como Biden y Buttigieg. EFE
El Senado de EE.UU. votó este jueves a favor de una resolución en contra de la emergencia nacional decretada por el presidente estadounidense, Donald Trump, para financiar el muro en la frontera con México, dos semanas después de que la Cámara Baja hiciera lo mismo.
Este resultado (59-41) llegó después de que doce senadores republicanos y todos los demócratas decidieran votar contra la declaración de emergencia de Trump para desviar fondos para la construcción de un muro en el linde sur de EE.UU.
Cuatro senadores del Partido Republicano -Susan Collins, Lisa Murkowski, Thom Tillin y Rand Paul- habían anunciado antes de la votación que votarían a favor de la resolución demócrata, aunque Tillin finalmente retrocedió en su decisión y votó en línea con la mayoría de sus colegas.
Sin embargo, los senadores republicanos Mike Lee, Mitt Romney, Lamar Alexander, Marco Rubio, Jerry Morgan, Rob Portman, Roger Wicker y Roy Blunt, que no habían anticipado su voto, también votaron con los demócratas para mostrar su desacuerdo con el decreto de Trump.
La resolución contra la emergencia nacional fue presentada en la Cámara Baja por el presidente del Caucus Hispano del Congreso (CHC), Joaquín Castro, con el objetivo de censurar que Trump haya pasado por alto la autoridad legislativa de los congresistas, que no habían aprobado los fondos para el muro que desea el gobernante.
La iniciativa quedó aprobada en febrero en una votación en la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, por 245 votos a favor y 182 en contra.
Tras ser aprobada en ambas cámaras, Trump tiene el poder de vetarla y devolverla al Congreso, algo que ha advertido que hará, por lo que entonces se necesitaría el respaldo de dos tercios de la Cámara de Representantes y del Senado para hacerla efectiva, algo menos probable de que ocurra.
De todos modos, el hecho de que el Congreso, con mayoría republicana en el Senado, muestre así su disputa con Trump ya supone un golpe a la autoridad del gobernante.
«Estoy preparado para vetarlo, si es necesario», dijo este jueves Trump al ser preguntado al respecto en la Casa Blanca.
Poco antes, el mandatario aseguró que la frontera sur de EE.UU. con México «es una pesadilla humanitaria y de seguridad nacional», aunque consideró que «se puede arreglar fácilmente».
El pasado 15 de febrero, Trump firmó una declaración de emergencia nacional, una medida extraordinaria que permite a los presidentes acceder temporalmente a una potestad especial para hacer frente a una crisis.
Trump justificó su declaración de emergencia por una supuesta «invasión» de drogas y criminales en la frontera con México.
Con ese decreto, Trump pretende reunir 6.600 millones de dólares desviados de distintas partidas ya aprobadas por el Congreso, que se sumarían a otros 1.375 otorgados por el poder legislativo para construir la barrera fronteriza.
Fuente: EFE
Los estadounidenses eligieron este martes a los 435 miembros de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 senadores y 36 gobernaciones, así como miles de puestos locales y estatales en unos comicios considerados un referéndum sobre la gestión del presidente Donald Trump.
Los demócratas retomarán el control de la Cámara de Representantes y el Senado seguirá en manos de los republicanos, según datos oficiales.
El Partido Demócrata recuperó las riendas de la Cámara de Representantes en las elecciones de mitad de periodo del martes gracias a una oleada de nuevos candidatos y al entusiasmo de los votantes. La formación rompió el monopolio de los republicanos en Washington y preparó el escenario para multitud de pesquisas sobre el presidente Donald Trump que podrían afectar a su gobierno durante los próximos dos años.
Los demócratas, que rompieron la hegemonía republicana en la cámara baja iniciada con la revolución del Tea Party en 2010, arrebataron más de dos docenas de escaños a sus rivales en distritos suburbanos de todo el país para sumar las 218 bancas que le otorgan la mayoría.
Con varias carreras todavía por decidir, la formación podría seguir incrementando su ventaja.
Aunque el Partido Republicano retuvo el control del Senado, el resultado de los comicios en la Cámara podría suponer el estancamiento de la agenda del presidente en el Capitolio o, por el contrario, abrir una nueva era de pactos.
Como partido mayoritario, los demócratas presidirán poderosos comités y tendrán poder de citación para buscar las declaraciones fiscales de Trump e investigar de forma más agresiva la interferencia rusa en las presidenciales de 2016 y la posible colaboración entre Moscú y el equipo del dirigente.
La campaña para estos comicios se desarrolló en un contexto de dura retórica y enconados debates sobre inmigración, sanidad y el papel del Congreso en la supervisión del presidente.
Los candidatos demócratas ganaron escaños republicanos en varios distritos suburbanos a las afueras de Washington, Filadelfia, Miami, Chicago, Denver y Dallas, que eran considerados objetivos primordiales para el cambio ya que apoyaron a Hillary Clinton en 2016. Además, se adentraron en el territorio de Trump al intentar recuperar a los votantes blancos de clase obrera.
Bajo el paraguas de la formación se presentaron más mujeres que nunca, además de veteranos y minorías, muchos motivados por la alarma generada por el ascenso de Trump.
Con el recuento todavía abierto, los votantes habrían elegido a al menos 99 mujeres para la cámara baja, batiendo el record actual de 84 representantes.
En su intento por contener las pérdidas republicanas, Trump se refirió solo de pasada a su rebaja fiscal de 1,5 billones de dólares _ el logro más distintivo del partido en el Congreso _ y se centró en las regiones de mayoría blanca, donde efectuó oscuras advertencias y premoniciones. El mandatario predijo una “invasión” de la caravana de migrantes que avanzaba por México hacia la frontera y calificó de “radical” la agenda de Pelosi.
Las elecciones registraron un récord de votantes y participación para unas elecciones de medio mandato presidencial, y, aunque la votación se cerró oficialmente a las 19.00 hora local (03.00 GMT), la ley permite que todos aquellos que estén en fila puedan emitir su voto y, en consecuencia, algunos puestos de votación cerraron tres horas después de la hora estimada, retrasando la entrega de resultados.
Fuente: Infobae.com/AP
El presidente estadounidense, Donald Trump, se anotó este sábado una victoria política con la confirmación de su nominado, Brett Kavanaugh, para el Tribunal Supremo, después de que el Senado aprobara su candidatura tras una ajustada votación marcada por las alegaciones contra el juez por presuntos abusos sexuales.
La Cámara Alta de Estados Unidos dio luz verde a Kavanaugh tras votar a favor del nominado de Trump (50-48), en una de las votaciones más ceñidas de la historia para confirmar el acceso de un juez a la máxima corte del país.
Poco antes de la votación, Trump aseguró que Kavanaugh «será un gran juez del Tribunal Supremo» y consideró que el magistrado «es una persona extraordinaria» con un «gran talento».
«Creo que nos hará sentir muy orgullosos», aseguró el mandatario en declaraciones a los periodistas antes de embarcar en el avión presidencial Air Force One en dirección al estado de Kansas (EE.UU.).
Además, inmediatamente después del sufragio, el presidente aplaudió al Senado por ratificar a su candidato, que jurará oficialmente su nuevo cargo en las próximas horas ante el juez del Tribunal Supremo, John Roberts, y el magistrado de esa corte ya retirado, Anthony Kennedy.
Precisamente, Kavanaugh cubrirá el puesto vacante dejado por el juez Kennedy, que se jubiló este verano, convirtiéndose así en el noveno magistrado del alto tribunal.
Con la confirmación de Kavanaugh, Trump ha conseguido nominar con éxito a dos candidatos para el Tribunal Supremo, después de que el juez Neil Gorsuch fuese confirmado para la máxima corte en abril del año pasado, cumpliendo así una de sus promesas electorales.
Ambas confirmaciones, sin embargo, han sido de las más polarizadas de la historia del Senado, que históricamente había mostrado un apoyo bipartidista hacia los jueces elegidos por los presidentes para ocupar un asiento en la alta instancia.
Kavanaugh ha estado en el centro del debate en las últimas semanas después de que aparecieran varias denuncias por presuntos abusos sexuales del juez hacia por lo menos tres mujeres.
Pese a las alegaciones y las dudas de última hora sobre qué iban a votar los senadores moderados, Kavanaugh fue elegido este sábado tras cosechar los respaldos que requería en la Cámara Alta, incluyendo los de los republicanos Susan Collins y Jeff Flake, y del demócrata Joe Manchin.
A pesar de que la Cámara Alta la conforman 100 senadores, la suma de los votos fue 98, ya que el senador conservador Steve Daines acudió a la boda de su hija en el estado de Montana en el momento de la votación y su compañera, la republicana Lisa Murkowski, que iba a votar «no», optó por votar «presente».
Antes de la votación, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, que presidió la sesión, tuvo que pedir «orden en la sala» en repetidas ocasiones después de que decenas de personas empezaran a gritar consignas contra Kavanaugh desde dentro de la propia cámara del Capitolio.
La elección de este sábado fue el último paso de un proceso que comenzó el pasado 9 de julio, cuando Trump anunció la nominación de Kavanaugh para el Supremo.
Posteriormente, el 4 de septiembre se iniciaron las audiencias que debían evaluar su candidatura en el Comité Judicial del Senado, donde los demócratas pusieron el foco en sus posturas sobre el aborto y el poder presidencial.
Cuando el comité se disponía a votar, los demócratas pusieron sobre la mesa la acusación de abuso contra Kavanaugh de la profesora de psicología Christine Blasey Ford, que acudió la semana pasada a narrar su versión de los hechos, supuestamente ocurridos en 1982.
Las alegaciones de Ford estuvieron seguidas de las de otras dos mujeres, lo que ocasionó que los senadores presionaran a Trump para que el FBI investigara las acusaciones y emitiera un informe confidencial este jueves.
Pese a las serias acusaciones, Kavanaugh logró los apoyos necesarios para ser confirmado y ocupar así el cargo vitalicio en el Tribunal Supremo y Trump pudo anotarse otra victoria política en una semana exitosa para el mandatario.
Fuente: EFE
Las inauguraciones presidenciales suelen ser eventos unificadores políticamente en los Estados Unidos, pero este año un número récord de legisladores planea rechazar al presidente electo durante su investidura.
Más de 40 representantes demócratas en el Congreso de los 535 legisladores electos han dicho que planean boicotear la toma de posesión del presidente electo Donald Trump el viernes, alegando que el empresario republicano es una amenaza para la democracia.
Los legisladores Steve Cohen de Tennessee, Jerrold Nadler de Nueva York y Don Beyer de Virginia se unieron el lunes a la cada vez más larga lista de representantes que no presenciarán en vivo el juramento de Trump en el Capitolio el viernes.
La lista también incluye a los congresistas hispanos Raúl Grijalva (Arizona), Luis Gutiérez (Illinois), Raúl Ruíz (California) y Nidya Velázquez (Nueva York).
El estilo político divisivo de Trump que le dio la victoria en las urnas, entra en una nueva fase al convertirse en presidente. Un nuevo sondeo de la opinión pública estadounidense indica que Trump asumirá el cargo con el 51 por ciento de los estadounidenses desaprobando su transición, y un 40 por ciento de calificación favorable, que es menor que sus tres predecesores inmediatos.
Esa encuesta se llevó a cabo antes de que el presidente electo tuiteara duras críticas al respetado legislador y líder de derechos civiles, el representante John Lewis, quien dijo que no veía a Trump como un «presidente legítimo». Trump respondió el sábado, diciendo que los congresistas deberían dedicar más tiempo a ayudar a sus electores en lugar de «quejarse falsamente de los resultados electorales”.
El politólogo John Hudak dice que la naturaleza inusualmente contenciosa de esta elección, empañada por amenazas de interferencia extranjera, ha creado una atmósfera propicia para un boicot.
«No es tradicional que los miembros del partido opuesto eviten una ceremonia inaugural presidencial, incluso cuando alguien pierde o hay alguna disputa, típicamente los funcionarios electos del Congreso asisten», dijo Hudak, un investigador senior en estudios de gobierno en la Brookings Institution.
La polémica comenzó el viernes cuando Lewis, que ha servido en la Cámara de Representantes de Estados Unidos durante treinta años, dijo a NBC News que no asistiría a la toma de posesión de Trump porque no ve al «presidente electo como presidente legítimo».
«Creo que los rusos participaron en ayudar a este hombre a ser elegido, y ayudaron a destruir la candidatura de Hillary Clinton», dijo Lewis.
Trump respondió con dos tuits en la mañana del sábado por la mañana criticando al legislador demócrata por no dedicar más tiempo «en arreglar y ayudar a su distrito, que está en condición horrible y desmoronándose (sin mencionar el crimen infestado) en lugar de quejarse falsamente de los resultados de la elección»./VOA
Varios demócratas mantuvieron el jueves una llamativa sentada en la Cámara de Representantes de Estados Unidos iniciada el día anterior, interrumpiendo el funcionamiento del Congreso con exigencias sobre el control de armas en una escena de rebeldía que podía seguirse en vivo desde todo el mundo.
Los republicanos tacharon la iniciativa de maniobra publicitaria antes de levantar la sesión hasta después del 4 de julio.
Incluso después de que se levantara la sesión en torno a las 3:15 a.m. del jueves, y los republicanos abandonaran la sala, los demócratas se quedaron en el patio de la cámara coreando «¡si no hay proyecto de ley, no hay descanso!» y agitando papeles con los nombres de víctimas de armas de fuego. La congresista Maxine Waters, dijo estar dispuesta a quedarse «hasta que se congele el infierno».
Poco a poco, la protesta perdió fuerza, aunque un grupo se quedó en el lugar, algunos envueltos en mantas o descansando sobre almohadas. Mientras una multitud los vitoreaba desde fuera del Capitolio y muchos más seguían los acontecimientos a través de medios sociales, los demócratas declararon haber triunfado al escenificar la lucha a favor de que se tomen medidas para detener la violencia de armas.
El líder demócrata en el Senado, Steny Hoyer, de Maryland, dijo que el público no debería estar contento con una mayoría republicana que cierra la sesión de la Cámara e ignora «los asuntos por terminar del pueblo estadounidense».
El presidente de la Cámara, Paul Ryan, republicano por Wisconsin, dijo que las leyes que piden los demócratas para ampliar las comprobaciones de historial en la compra de armas y para evitar que las personas en listas negras de vuelo puedan adquirir armas de fuego, arrebatarían derechos constitucionales a los ciudadanos y les despojarían de un proceso adecuado para hacerlo./VOA
En los mítines de Donald Trump, probable candidato republicano a la presidencia, el público celebra las burlas a costa de sus rivales políticos. El hecho de que critique a tantos republicanos como demócratas es otro indicio de las fracturas internas dentro del Partido Republicano.
Trump resta importancia a los republicanos destacados que han dicho que no votarán por él, como el exgobernador de Florida Jeb Bush y el senador de South Carolina Lindsey Graham, ambos antiguos rivales por la candidatura que el magnate tiene prácticamente asegurada.
Aunque Trump afirma que en realidad, estos republicanos reacios no importan cuando se comparan con todos los votos que ha conseguido en las primarias, reserva un hueco para burlarse de Bush y Graham.
En mítines el viernes en Nebraska y Oregon, Trump repitió su apodo de «deshonesta Hillary» para referirse a la favorita demócrata, Hillary Clinton, y redobló sus ataques contra Clinton en referencia a las infidelidades de su marido por primera vez desde que se convirtió en el probable candidato republicano, y rechazó las críticas de la demócrata por la forma en que Trump trata a las mujeres.
«Bill Clinton fue el peor de la historia, ¿y tengo que escucharla hablar de ello?», dijo Trump. «Tan sólo recuerden esto: Ella fue una facilitadora increíblemente desagradable, malvada. Y lo que hizo a todas esas mujeres es una desgracia».
Trump también atacó a un objetivo relativamente nuevo, la senadora Elizabeth Warren. La demócrata de Massachusetts, afirmó, es una «boba» y un «caso perdido» que no ha hecho nada en el Senado. Warren, una favorita de los demócratas de izquierdas y a la que algunos barajan como compañera de candidatura de Clinton, había insultado antes de Trump en Twitter, afirmando que es «un abusón que sólo conoce una jugada».
Las críticas contra los demócratas eran de esperar, pero los problemas de Trump con el propio partido republicano siguieron ofreciendo un espectáculo de discordia interna.
El empresario accedió a regañadientes reunirse la semana que viene con el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el republicano de cargo más alto. Ryan dijo el día anterior que no estaba listo para apoyar la candidatura de Trump, desatando una serie de luchas internas. Trump dijo no tener «ni idea» de si lograrían ponerse de acuerdo.
«Lo que más me importa son los millones de personas que han salido a votar por mí y darme una victoria arrasadora en casi todos los estados», afirmó Trump poco después de que Ryan anunciara la reunión.
En lugar de dejar el tema, Trump dijo a sus partidarios el viernes en Eugene, Oregon, que Ryan y él tuvieron una agradable conversación por teléfono tres semanas antes pero que «de repente, quiere ser lindo». Aun así, Trump aseguró a las miles de personas reunidas que «vamos a ser un partido unido».
Ryan dijo que su reunión con Trump se celebraría el próximo jueves, y que el aspirante también se reuniría con otros líderes del partido. Las conversaciones se centrarán en «la clase de principios e ideas republicanos que pueden ganar el apoyo del pueblo americano el próximo noviembre», dijo Ryan.
En general, los demócratas han evitado referirse a las luchas internas republicanas, dejando que los líderes del partido crucen ataques.
Sin embargo, cuando se le preguntó sobre el tema en la Casa Blanca, el presidente, Barack Obama, señaló que «Esto no es entretenimiento; esto no es un reality show» y que los candidatos deben demostrar que tienen la capacidad de liderar a la primera potencia mundial.
Algunos republicanos han expresado sin tapujos su descontento con Ryan. El fotogénico republicano de Wisconsin fue el candidato a la vicepresidencia del partido en 2012, fue reclutado el pasado otoño para el importante papel de presidente de la Cámara, y se cree que estudia presentarse a la presidencia en 2020.
«La declaración de ayer anima a otros a mostrarse igual de difíciles en público. Y eso plantea el riesgo de crear un momento… en el que el partido de verdad se divida», dijo a Associated Press el ex presidente de la cámara Newt Gingrich.
«No creo que ése sea necesariamente su papel, ser un escollo para el nominado republicano», dijo a su vez el representante Duncan Hunter de California, uno de los cada vez más numerosos partidarios de Trump en la cámara.
«Los votantes han hablado alto y claro, y es su voz lo que importa», dijo a su vez el representante Lou Barletta, de Pennsylvania. / AP
Hillary Clinton consiguió el sábado una victoria abrumadora sobre Bernie Sanders en las elecciones primarias de South Carolina, obteniendo un apoyo arrollador de los demócratas negros del estado, lo cual la coloca en una posición fuerte al acercarse las cruciales elecciones del Súper Martes.
El claro triunfo de Clinton -tenía una ventaja de cerca de 50 puntos con aproximadamente tres cuartas partes de los sufragios contados- le proporciona un impulso importante a su campaña y un momento para sacudirse recuerdos amargos de su derrota ante Barack Obama en South Carolina hace ocho años.
Ella obtuvo el apoyo de casi nueve de 10 votantes negros, un crucial electorado demócrata que le dio la espalda en favor de Obama en 2008.
Durante una ruidosa fiesta de victoria, Clinton brevemente se regodeó del abrumador apoyo de los votantes de South Carolina, abrazando a sus partidarios y posando con ellos en selfies. Pero luego rápidamente se enfocó en las próximas elecciones.
«Mañana esta campaña se extiende a nivel nacional», indicó. «No estamos dando nada, ni estamos dando a nadie, por sentado».
Sanders, que anticipaba una derrota el sábado, salió de South Carolina incluso antes de que terminara la votación y giró su atención a algunos de los estados ricos en delegados donde se votará el martes próximo.
«En la política, en una noche cualquiera, a veces se gana y a veces se pierde», manifestó Sanders a su llegada a Minnesota. «Esta noche perdimos».
La victoria de Clinton ocurrió al final de un día que vio a los precandidatos presidenciales republicanos disparándose insultos desde estados donde se realizarán votaciones el Súper Martes, el 1 de marzo. Donald Trump, que trabaja para construir una ventaja insuperable, hizo campaña en Arkansas acompañado de su exadversario en la contienda Chris Christie y calificó a Marco Rubio como «muy poquita cosa»; Ted Cruz preguntó a los padres en Atlanta si estarían conformes con que sus hijos usen lenguaje soez como lo hace el impetuoso multimillonario, y Rubio se burló de Trump calificándolo de «timador» con «el peor bronceado de aerosol en Estados Unidos»./AP