Huyeron de sus paĆ­ses, ahora les escapan a rusos en Ucrania

Cuando Rusia invadiĆ³ Ucrania, un estudiante sirio de JĆ”rkiv se uniĆ³ al Ć©xodo de personas que le escapaban a la violencia. Por tercera vez, Orwa Staif, de 24 aƱos y oriundo de un suburbio de Damasco, era desplazado por la guerra o por alguna otra crisis.

Staif reviviĆ³ experiencias amargas: Columnas de personas, muchas de ellas a pie, con apenas algunas pertenencias, desesperadas por huirle a las bombas y los misiles. Ya lo habĆ­a hecho en su Siria natal.

Un recuerdo de sonidos de bombas

ā€œLos mismos sonidos de bombas que escuchĆ© en el 2013, los escucho ahora en JĆ”rkiv. A mis amigos les dije que no podĆ­a creer que estaba pasando de nuevo por lo mismoā€, comentĆ³ Staif en declaraciones a la Associated Press tras llegar a Alemania, donde se reencontrĆ³ con su familia.

SegĆŗn las Naciones Unidas, mĆ”s de un millĆ³n de personas se han ido de Ucrania despuĆ©s de la invasiĆ³n rusa, en el Ć©xodo mĆ”s fulminante en lo que va del siglo. Escaparon a paĆ­ses vecinos, sobre todo a Polonia.

En el 2013, rebeldes que trataban de derrocar al gobernante autocrƔtico de Siria Bashar Assad llegaron a la ciudad de Staif, Douma, a un paso de Damasco. Los ataques aƩreos, bombardeos y combates callejeros eran algo cotidiano.

Su padre desertĆ³ del ejĆ©rcito y la familia tuvo que irse de Siria. Igual que tantas otras, se dispersaron Algunos fueron a los Emiratos Ɓrabes Unidos, otros a Alemania. Staif terminĆ³ en la vecina LĆ­bano, donde cursĆ³ estudios secundarios.

La guerra en LĆ­bano

En el 2019, la situaciĆ³n en el LĆ­bano se habĆ­a deteriorado mucho. La economĆ­a se derrumbaba y la gente salĆ­a a la calle en protestas multitudinarias. La pobreza y la inflaciĆ³n aumentaron enormemente, en un colapso econĆ³mico sin precedentes.

El padre de Staif le recomendĆ³ que se fuese a estudiar a Ucrania, donde era mĆ”s fĆ”cil conseguir visa, al menos en teorĆ­a. Staif llegĆ³ a Ucrania al aƱo siguiente, en febrero del 2020.

Cuando Rusia invadiĆ³ Ucrania la semana pasada y empezaron los bombardeos de las ciudades, incluida JĆ”rkiv, mucha gente tratĆ³ de llegar a Lviv, en el oeste del paĆ­s, en trenes y autos, para de allĆ­ seguir a Polonia. Satif logrĆ³ montarse en un tren para un viaje de 16 horas que lo llevĆ³ a Lviv y de allĆ­ continuĆ³ a pie hacia Polonia.

Un Ć©xodo de extranjeros y ucranianos

Durante el fin de semana, la cola de vehĆ­culos que intentaban cruzar la frontera hacia Polonia fue de 30 kilĆ³metros (19 millas). Quienes no tenĆ­an auto, avanzaban a pie. HabĆ­a mujeres, niƱos y ancianos, junto con algunos extranjeros, generalmente estudiantes de otros paĆ­ses.

ā€œFue un viaje muy duro. He vivido desplazado diez aƱos. Cada vez que me acostumbro a un sitio, que empiezo a conocer gente y a tener amigos, tengo que dejarlo todo y partir de nuevoā€, expresĆ³ Staif.

ā€œEs algo fuerte y muy decepcionante, lo detesto. Guerra dondequiera que vayaā€, agregĆ³. ā€œCrisis en todo el mundo, en todos los sitios donde voyā€.

Un yemenĆ­ que estudia ingenierĆ­a mecĆ”nica, una joven que pudo salir de Kabul cuando el TalibĆ”n tomĆ³ el poder en AfganistĆ”n y otros tienen historias parecidas a la de Staif.

Mohammad Shamiri, de 23 aƱos, de SanĆ”, la capital yemenĆ­, llegĆ³ a Ucrania hace cuatro aƱos para estudiar ingenierĆ­a mecĆ”nica en la Universidad Nacional del AutomĆ³vil y las Carreteras de JĆ”rkiv.

ā€œJamĆ”s imaginĆ© que esto podĆ­a pasar aquĆ­ā€, en Europa, manifestĆ³ Shamiri.

La guerra en Yemen

Los sonidos de la guerra fueron mucho mĆ”s intensos que en su paĆ­s. En Yemen, donde una coaliciĆ³n encabezada por los saudĆ­es habĆ­a estado batallando contra rebeldes hutĆ­es proiranĆ­es que tomaron SanĆ”, indicĆ³, los bombardeos eran mĆ”s intermitentes. Shamiri cuenta que caminĆ³ 20 horas con un amigo, tambiĆ©n yemenĆ­, cargando bultos con temperaturas de congelaciĆ³n. Igual que Staif, dijo que pasĆ³ una noche a la intemperie.

En la frontera, los guardias les daban prioridad a los ucranianos, relegando e incluso golpeando a los extranjeros, segĆŗn dijo. Shamiri afirmĆ³ que recibiĆ³ un bastonazo y que a otros los dispersaron con pistolas paralizantes. Cuando tratĆ³ de filmar la escena, un guardia fronterizo le tomĆ³ el telĆ©fono y le hizo borrar el video y las fotos.

Finalmente pudo cruzar la frontera y llegĆ³ a un hospital, donde Ć©l y su amigo reciben tratamiento.

El escape de AfganistƔn

La afgana Masoumna Taji, de 23 aƱos, dice que recibiĆ³ mucha solidaridad de los estados vecinos en esta guerra. Llevaba seis meses en Ucrania, tras irse de Kabul, escapĆ”ndole al TalibĆ”n. Ahora tuvo que irse de nuevo.

Cuenta que pasĆ³ una noche durmiendo en el piso frĆ­o de una iglesia de Lviv, luego de lo cual se puso en contacto con voluntarios polacos a travĆ©s de un grupo de solidaridad de WhatsApp. Un miembro del grupo cruzĆ³ la frontera para recogerla y llevarla a Polonia.

ā€œPasaron muchas cosas que me recordaron lo vivido en Kabul. Pero la generosidad que experimentĆ© en este viaje fue notableā€, afirmĆ³. ā€œEn AfganistĆ”n, paĆ­ses vecinos como IrĆ”n, UzbekistĆ”n y PakistĆ”n les cerraron las fronteras a los afganosā€.

Tajik dijo que no tuvo problemas para cruzar la frontera, a pesar de que tenĆ­a una visa de 15 dĆ­as vencida. Los guardias le sonrieron y la dejaron pasar.

ā€œCuando me fui de AfganistĆ”n y lleguĆ© a Ucrania, ellos me recibieron bien y me sentĆ­ como en la casa que habĆ­a perdidoā€, expresĆ³. ā€œOdio la guerra. Estoy cansada de ella. He perdido gente muy querida. No puedo perder mĆ”s seres queridosā€.

Otro refugiado afgano, Jawad Akmal, recuerda su viaje al aeropuerto de Kabul una noche de agosto, escoltado por fuerzas especiales ucranianas. SintiĆ³ un enorme alivio cuando abordĆ³ un aviĆ³n que iba a Kiev junto con su familia. Su esposa, se enteraron despuĆ©s, estaba embarazada con su sexto hijo.

La fuga a Polonia

Esperaban ser reubicados en CanadĆ”, su destino final, pero tras vivir seis meses en un hotel de Kiev, se encontrĆ³ en medio de otra guerra, sin poder conseguir comida para sus hijos y temeroso de ser arrestado si vencĆ­an sus documentos antes de poder convencer a la policĆ­a de que era un refugiado. Todo era mĆ”s fĆ”cil en AfganistĆ”n, comenta.

ā€œAl menos estaba en mi paĆ­s, un sitio en el que podĆ­a hablar con la gente en mi lengua, pedir ayuda para encontrar refugio para mĆ­ y mi familiaā€, declarĆ³ en una entrevista telefĆ³nica desde Kiev, horas antes de partir hacia Polonia, viajando mĆ”s de un dĆ­a en un autobĆŗs repleto de ucranianos que les escapaban a los rusos.

Staif dice que caminĆ³ toda una tarde y noche desde Lviv para llegar a la frontera con Polonia antes de la salida del sol. La gente dormĆ­a en la calle. No tenĆ­a comida ni agua. Esas imĆ”genes, cuenta, quedaron grabadas para siempre en su mente. ā€œMiles de personas que iban hacia la frontera, mujeres y niƱos ucranianosā€.

Desde Polonia, Staif volĆ³ a Praga, en la RepĆŗblica Checa, donde su familia lo recogiĆ³ y lo llevĆ³ en auto a Nuremberg, Alemania.

Mire tambiƩn

ā€œMe encantĆ³ Ucrania. Me encantĆ³ el paĆ­s. Todo era perfecto para mĆ­ hasta que llegaron los rusosā€, relatĆ³ Staif. ā€œPara mĆ­, este no es un final felizā€, aƱadiĆ³, a pesar de que se pudo reunir con su familia.

Le faltaba un aƱo para completar la carrera de ingeniero de software en Ucrania.

ā€œAhora no sabe quĆ© serĆ” de mi vidaā€, expresĆ³. ā€œTal vez tenga que empezar todo de nuevoā€.