IncautaciĆ³n de animales va en aumento por presencia de narcozoolĆ³gicos en Ecuador

Una pareja de jaguares enjaulada en una hacienda destapĆ³ una cruel moda entre los narcotraficantes de Ecuador. Al estilo del barĆ³n de la cocaĆ­na Pablo Escobar, los capos montan zoolĆ³gicos clandestinos que ponen en riesgo la fauna en un megadiverso. La incautaciĆ³n de estas especies creciĆ³ el Ćŗltimo aƱo.

No es el Ćŗnico caso, pero sĆ­ uno de los mĆ”s llamativos. En mayo, la policĆ­a encontrĆ³ a los enormes felinos en peligro de extinciĆ³n encaramados en un tronco y rodeados de rejas.

Los animales estaban en una propiedad de Wilder SĆ”nchez FarfĆ”n, alias Ā«GatoĀ» FarfĆ”n, un narco ecuatoriano relacionado con el cartel mexicano Jalisco Nueva GeneraciĆ³n y requerido por la justicia estadounidense tras su detenciĆ³n en Colombia en febrero.

AdemĆ”s de los jaguares, la PolicĆ­a hallĆ³ loros amazĆ³nicos, faisanes, pericos y otras aves exĆ³ticas presuntamente ingresadas desde China y Corea.

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El fenĆ³meno es Ā«recienteĀ» y coincide con el aumento de la violencia y el narcotrĆ”fico en Ecuador. El paĆ­s se ha convertido en el nuevo centro logĆ­stico para la exportaciĆ³n de cocaĆ­na hacia Estados Unidos y Europa, dice a la AFP el mayor Darwin Robles, jefe de la Unidad de ProtecciĆ³n del Medioambiente (UPMA) de la PolicĆ­a.

Ā«Desde hace unos cuatro aƱos, aproximadamente, en unos 20 o 25 operativosĀ» contra el narcotrĆ”fico se empezaron a encontrar animales silvestres, detalla.

Las cifras de incautaciĆ³n de animales vĆ­ctimas de trĆ”fico y de rescate de especies van al alza en Ecuador, una de los paĆ­ses mĆ”s megadiversos del planeta. En 2022, la policĆ­a decomisĆ³ y atendiĆ³ a 6 817 ejemplares frente a 5 951 de 2021.

Al igual que otros animales decomisados, los jaguares y las aves del Ā«GatoĀ» FarfĆ”n fueron llevados a centros especializados en fauna silvestre para recibir atenciĆ³n veterinaria, con miras a evaluar una posible reinserciĆ³n. Sin embargo, en la mayorĆ­a de casos volver a un entorno natural es imposible.

Tener un animal es sĆ­mbolo de status

Cuando Escobar cayĆ³ abatido por la PolicĆ­a en 1993 sus flamencos, jirafas, cebras y canguros fueron trasladados a zoolĆ³gicos. Pero una manada de hipopĆ³tamos quedĆ³ a su suerte y ahora se reproduce sin control ante la impotencia de autoridades ambientales.

Ya son mƔs de un centenar de enormes bestias que atacan personas y son un dolor de cabeza para Colombia.

Los narcotraficantes ecuatorianos para Ā«demostrar posiblemente su poderĆ­o, su capacidad adquisitiva, su capacidad econĆ³mica, tienen este tipo de lugares al puro estilo de narcotraficantes colombianos de los aƱos 70 u 80″, apunta Robles.

En operativos mƔs pequeƱos, relacionados con el trƔfico de drogas, los uniformados han hallado tortugas, serpientes, pieles y cabezas de animales a manera de trofeo.

Ā«Tener un animal es un sĆ­mbolo de estatus (…) Eso demuestra dentro del crimen organizado el escalafĆ³n dentro de esta redĀ», comenta bajo reserva a la AFP un vocero de la ONG estounidense WCS (Wildlife Conservation Society, por sus siglas en inglĆ©s), que colabora con autoridades nacionales.

Y pone un ejemplo: Ā«Yo me conseguĆ­ un tigrillo, pero si me puedo conseguir un jaguar es mucho mĆ”sĀ».

En esa competencia, los animales exĆ³ticos son un elemento mĆ”s que se suma a las propiedades, los carros lujosos, las obras de arte, las joyas.

En Ecuador el trĆ”fico de fauna silvestre se sanciona hasta con tres aƱos de cĆ”rcel, mientras que en paĆ­ses como Colombia y PerĆŗ las penas van hasta los nueve y 20 aƱos, respectivamente.

Miedo a los humanos

En el hospital de vida silvestre Tueri, en Quito, se recuperan tigrillos, monos, puercoespines, loros y bĆŗhos vĆ­ctimas del trĆ”fico de especies. A las aves las alimentan con pinzas, tratan sus heridas y evalĆŗan la posibilidad de una reintroducciĆ³n a su entorno natural.

Pero de todos los pacientes, solo un 20% podrĆ” volver a su hĆ”bitat. El resto deberĆ” vivir en refugios pues ya no saben cĆ³mo sobrevivir en contextos salvajes. Otros morirĆ”n por la gravedad de sus lesiones.

El vocero de la WCS lamenta que los coleccionistas de animales no entiendan el impacto de sacar un animal de la naturaleza.

Ā«Lastimosamente, para tener un monito en casa tĆŗ provocaste que el cazador mate a la familia y extraiga violentamente al bebĆ©Ā», expresa.

Refugios como JardĆ­n Alado IlalĆ³, que trabaja con la PolicĆ­a, son el destino final de animales sobrevivientes del trĆ”fico.

AhĆ­ pasarĆ”n el resto de sus dĆ­as aves sin pico, con garras amputadas o incapaces de conseguir alimento por sĆ­ mismas. Unas pocas tendrĆ”n la oportunidad, luego de semanas y hasta meses de rehabilitaciĆ³n, de volver a volar. El miedo a los humanos es un salvavidas en una posible reinserciĆ³n.

Ā«Si tomamos contacto y vemos que el animal no se asusta de nosotros, ya no podemos reinsertarlo. Si nos damos cuenta que al ser un pichĆ³n se asusta, tiene miedo, hay una posibilidadĀ», apunta Cecilia GuaƱa, encargada del cuidado de aves rapaces y psitĆ”cidos, como guacamayos, en JardĆ­n Alado-IlalĆ³

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