Por RedacciĆ³n Transmedia Digital
āAmo la mujer que soy, amo la mujer que es mi madre, amo la mujer que es mi abuelaā, canta una activista. Su voz resuena potente en el Ćgora de la Casa de la Cultura, donde estĆ”n reunidas cientos de niƱas, mujeres y adolescentes que participaron de la marcha del 8M este 2023.
Algunas llevan el cabello mojado y otras llevan todavĆa el poncho de plĆ”stico con el que se guardaron de la lluvia que acompaĆ±Ć³ casi todo el recorrido de la marcha. Pero parece no importar. Todas las mujeres irradian un aire de satisfacciĆ³n: salieron un aƱo mĆ”s a reivindicar sus derechos y recordar que el 8M no es una fiesta para celebrar.
La marcha sale cerca de las 5 de la tarde desde la Plaza IndoamĆ©rica en Universidad Central (Quito) bajo un cielo gris que habrĆa desanimado a cualquiera. Pero no a estas mujeres. Sin importar las gruesas gotas de lluvia que caen desde el cielo, ellas siguen, resisten.
Unas, caminan bajo la sombra de sus paraguas, otras caminan refugiadas en sus ponchos, y otras caminan con la lluvia golpeando sus rostros. Sin embargo, todas caminan y mientras lo hacen, cantan. Cantan contra la PolicĆa, contra la sociedad que ha normalizado la violencia, y contra el gobierno que no protege a las mujeres.
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En 2022, hubo 332 muertes violentas de mujeres por razones de gĆ©nero. Fue el aƱo mĆ”s violento desde que se tipificĆ³ el femicidio como delito en 2014. Y 2023, no parece haber mejorado. Geraldine Guerra, presidenta de la FundaciĆ³n Aldea, dice que el nĆŗmero de femicidios en lo que va de 2023 es bastante alto.
Se han reportado tantos casos que la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femicidios no ha podido terminar de validarlos. Nunca antes habĆa pasado. āNi una menosā, gritan las mujeres mientras se movilizan por la avenida 10 de Agosto hacia la Casa de la Cultura. Este 8M, las mujeres recuerdan con sus cantos y con sus gritos que no quieren que mĆ”s vidas se pierdan, no quieren mĆ”s impunidad.
Pero en lugar de admitir sus deudas con las mujeres o reconocer que han fallado en su protecciĆ³n, el presidente Guillermo Lasso termina el dĆa agradeciendo porque las marchas fueron ātotalmente pacĆficasā.
En el recorrido de la marcha, mientras decenas de mujeres avanzan hacia la Avenida Gran Colombia, se ve a una mujer, sus dos hijas y sus dos nietas bebĆ©s. Destacan de entre las demĆ”s, no porque llevan el mismo paƱuelo morado en la cabeza, sino porque representan tres generaciones de mujeres: las abuelas, las madres y las nietas, como la canciĆ³n: āAmo la mujer que soy, amo la mujer que es mi madre, amo la mujer que es mi abuelaā.