Pueblos andinos celebran la Kulla Raymi que marca el inicio del equinoccio de otoño

Un círculo en el suelo conformado por frutas y en su interior el símbolo andino de la chacana, banderas geométricas plurinacionales y una cruz que simboliza los cuatro puntos cardinales, fueron el escenario en el que se conmemoró este martes la fiesta de la luna, la Kulla Raymi, en un cerro de Quito.

Se trata de una de las cuatro festividades más significativas del calendario agroecológico andino, que conmemora el inicio de la vida y exalta a la mujer como máxima representación de la fertilidad.

«El ritual de Kulla Raymi, que significa en lengua kichwa, novia o princesa, no era una celebración de los incas, sino de las cuatro regiones andinas y se solía realizar en el cambio del ciclo agrícola y solar el 21 de septiembre», explicó a Efe el maestro de ceremonias Luis Alfonso Cachimuel.

Inicio del mes femenino

Vestido completamente de blanco y con un cinturón y diadema de profusos colores, el chamán, también catedrático universitario y experto en antropología e identidad andina, precisa que hoy comienza un nuevo ciclo con la llegada del mes femenino, que se extenderá hasta el próximo equinoccio el 21 de marzo.

También conocida como Fiesta de la Reina, el Kulla Raymi se dedicaba a conmemorar a la luna, la «reina de los cielos» en la región andina.

En esta ocasión, la Secretaría de Gestión y Desarrollo de Pueblos y Nacionalidades de Ecuador quiso que la ceremonia reuniera en Quito a representantes de diferentes pueblos originarios y no exclusivamente de la región andina de donde es esta tradición.

En el Parque Itchimbía, desde el que se divisa una imponente vista de la capital ecuatoriana, flanqueada por el volcán Pichincha, la celebración contó con grupos procedentes de diferentes provincias andinas, pero también de la región costera y de la Amazonía.

Fusión de tradiciones y costumbres nacionales

«Este evento conmemora los frutos que tenemos en nuestras provincias, los sembríos, la pachamama, las mujeres», afirmó Ligia Caisabanda, una joven de 21 años, venida de la ciudad de Pelileo, en la provincia serrana de Tungurahua.

Junto a un grupo de amigas ataviadas con faldas tradicionales y collares de cuentas, participó en un festival de danza posterior, en un gran círculo que englobaba al del ritual.

A pocos metros, otro grupo de afrodescendientes animaba la fiesta con rítmica percusión de tambores: «A pesar de que somos pueblos excluidos históricamente, nos sentimos hermanados, agrupados en una sola voz y proyecto de vida», aseguró por su parte Pilar Angula, de la coordinadora nacional de mujeres.

Diversas autoridades tomaron parte en el evento, entre ellas la ministra de Salud, Ximena Garzón, y la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Diana Atamaint, miembro de la nacionalidad shuar, que también estuvo representada en la ceremonia.

Ritual energético

Tras rendir tributo a los cuatro elementos (agua, aire, tierra y fuego) y dirigir agradecimientos a los puntos cardinales, en medio del humo de sahumerios naturales el chamán hizo sonar una caracola mientras una chamana, que cooficiaba el rito, mojaba a los presentes con unas rosas para imprimirles nuevas y potentes energías.

El secretario de Pueblos y Nacionalidades, Luis Pachala, manifestó que la entidad, con rango de ministerio, «está comprometida con la recuperación y promoción de los conocimientos ancestrales» para que «estos perduren en el tiempo».

La fiesta ancestral concluyó con el agradecimiento a la tierra por las semillas y frutos que brinda, y su restitución en un gran hoyo cavado a pocos metros del círculo ritual.

Mire también

«Nuestros mayores sembraban viendo estos ciclos agrícolas y astronómicos, y antes de la siembra siempre conversaban con la madre tierra, desde la filosofía indígena no es ser un inerte, es un ser vivo, es persona, por eso le decimos ‘allpa mama’ (madre tierra)», recalcó el maestro de ceremonias.

En Ecuador hay 14 nacionalidades y 18 pueblos originarios reconocidos y su Constitución, que data de 2008, restableció un Estado plurinacional e intercultural.

EFE