El poder estatal chino aplasta al virus

Los trabajadores han regresado a las fƔbricas y oficinas, los estudiantes estƔn de vuelta en las aulas, y una vez mƔs se forman largas filas fuera de populares restaurantes.

En las ciudades, usar un cubrebocas quirĆŗrgico se ha convertido en hĆ”bito, aunque ya no es obligatorio, excepto en el metro y otros lugares concurridos.

En muchos sentidos, la vida normal se ha reanudado en China, el paĆ­s donde apareciĆ³ el COVID-19 por primera vez hace un aƱo.

ā€œParece que la vida se ha recuperadoā€, dijo el cinĆ©filo Meng Xiangyu, cuando las salas de cine reabrieron en Beijing al 30% de capacidad despuĆ©s de cerrar durante seis meses. ā€œTodo se siente frescoā€.

El poder estatal chino

El gobernante Partido Comunista de China ha replegado algunos de los controles mƔs radicales contra enfermedades jamƔs impuestos, pero permanece en guardia contra los casos entre personas que llegan del extranjero.

Las autoridades de sanidad reportan alrededor de una docena de casos importados cada dĆ­a.

El desafĆ­o es el empleo: la economĆ­a crece nuevamente, pero la recuperaciĆ³n es desigual.

Muchos de los grandes fabricantes han vuelto a la normalidad, pero el gasto de los consumidores se mantiene tibio y empresas mƔs pequeƱas se contraen o cierran.

A mediados de diciembre, el paĆ­s habĆ­a reportado sĆ³lo seis casos por cada 100.000 habitantes.

Persisten las preguntas sobre cĆ³mo el Partido Comunista inicialmente tratĆ³ de encubrir el brote y si fue mayor de lo que el gobierno ha reconocido.

El confinamiento llegĆ³ demasiado tarde para prevenir que la enfermedad, entonces sin nombre, asolara a la ciudad de Wuhan y se extendiera al resto de China y al extranjero.

Pero desde marzo, cuando el COVID-19 fue controlado en gran medida localmente, las autoridades se han movido rĆ”pidamente para acabar con cualquier reapariciĆ³n: cierran vecindarios y realizan pruebas generalizadas.

ā€œEl que fue el lugar mĆ”s peligroso es ahora el mĆ”s seguro de todosā€, dijo Chen Jin, quien vende brochetas de barbacoa en un mercado nocturno al aire libre en Wuhan. Su negocio no se ha recuperado, pero espera ver mĆ”s clientes en 2021.

La vida ha cambiado. PrĆ”cticamente todos tienen una aplicaciĆ³n para telĆ©fonos inteligentes que indica si han estado en una zona infectada.

Debe ser mostrada para entrar a muchos edificios de oficinas, centros comerciales y sitios turĆ­sticos.

Las atracciones limitan el nĆŗmero de visitantes diarios y requieren que compren boletos en lĆ­nea con anticipaciĆ³n.

El miedo generalizado en China

Sin embargo, con cada dĆ­a que pasa, esas restricciones parecen no ser impuestas de manera tan estricta. Las personas aĆŗn son cautelosas ā€”algunos todavĆ­a utilizan un paƱuelo desechable o guante para evitar tocar los botones de los ascensoresā€”, pero el miedo generalizado se ha evaporado en gran medida.

Las multitudes abarrotaron los destinos populares con poca o ninguna distancia fĆ­sica durante las Ćŗltimas festividades, en octubre, y los viajes domĆ©sticos se recuperaron al 80% del aƱo anterior.

Para algunos, sin embargo, es imposible deshacerse de un malestar reciĆ©n descubierto. Zhu Tao, nativo de Wuhan, solĆ­a pensar sobre su futuro y el de su paĆ­s. ā€œAhora no nos importa nada mĆ”s que ver cĆ³mo sobrevivirĆ” este aƱo nuestra familia, nosotros tresā€, dijo.

En los primeros dĆ­as, las autoridades silenciaron las advertencias sobre el brote, y reprimieron a varios mĆ©dicos de Wuhan a fines de diciembre por ā€œpropagar rumoresā€ cuando alertaron a sus amigos en las redes sociales. Retrasaron la divulgaciĆ³n de informaciĆ³n sobre el virus, incluso cuando cientos de pacientes se presentaron en los hospitales y los peligros potenciales se hicieron cada vez mĆ”s evidentes.

Movilizados en la pandemia

Una vez que los lĆ­deres del Partido Comunista se movilizaron, actuaron con decisiĆ³n. El anuncio del confinamiento del 23 de enero se produjo durante la noche, y como ocurre con frecuencia en China, sin advertencia ni debate pĆŗblico. Nadie podĆ­a entrar y nadie podĆ­a salir de la ciudad de Wuhan, donde viven 11 millones de personas. En los dĆ­as siguientes, se expandiĆ³ a casi todo el resto de la provincia de Hubei.

A medida que los hospitales de Wuhan se desbordaron, los pacientes con sĆ­ntomas leves fueron enviados a casa, donde infectaron a otros.

La policĆ­a detuvo a periodistas ciudadanos que publicaban en lĆ­nea informes en video donde detallaban las terribles condiciones.

Los medios estatales se enfocaron en los heroicos esfuerzos para salvar a la gente, pero no en las deficiencias que hicieron necesarios esos esfuerzos.

El Partido Comunista ha mantenido su Ć©xito relativo para controlar la pandemia como validaciĆ³n de su gobierno de partido Ćŗnico.

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Y, en cierto sentido, la crisis ilustra la fuerza del sistema y su lado oscuro.

El virus ha sido mantenido a raya, pero sĆ³lo por el poder del gobierno de dictar cambios monumentales y su disposiciĆ³n para usar la vigilancia y la censura para controlar a la gente.

AP