Quito elimina disposición que regula organización de espectáculos taurinos

El Municipio de Quito anunció este martes la eliminación de la ordenanza taurina, que facilitaba la organización de este tipo de espectáculos.

Para los aficionados esto supone un nuevo «bajonazo» para la fiesta brava en Ecuador, mientras que para los animalistas un paso más hacia su abolición.

Por iniciativa de la Edil Mónica Sandoval, el Concejo municipal de la capital, con veinte votos a favor y una sola abstención, decidió eliminar la «Ordenanza 106«.

Dicha ordenanza regulaba los espectáculos taurinos en Quito.

Sandoval justificó tal decisión al considerar que desde 2011, tras una consulta popular, la población quiteña aprobó la prohibición para la realización en la ciudad de espectáculos que incluyan la muerte de animales, como la fiesta brava.

Desde entonces, según la Edil, Quito, en el pasado célebre en el mundo taurino por su feria «Jesús del Gran Poder«, pasó a organizar sólo espectáculos al estilo andaluz, que no incluía la muerte del toro.

Sin embargo, en el último año tampoco se realizaron ese tipo de festivales.

Tras la decisión del Municipio, la afición taurina a través de las redes, reaccionó y calificó como un nuevo «bajonazo» la decisión del cabildo.

Ordenanza de espectáculos taurinos

Si bien la eliminación de la ordenanza no implica mayores cambios jurídicos, podría generar retrasos en la obtención de permisos para la celebración de alguna corrida al estilo portugués.

Ahora este tipo de espectáculos deberá estar sometida a la Ley Orgánica de Espectáculos Públicos, que rige a nivel nacional para todo tipo de actividades.

Para varios aficionados, la decisión municipal vulnera los derechos de los taurino.

Los mismos que añoran con nostalgia la feria «Jesús del Gran Poder». o el denominado festival al estilo luso «Virgen Esperanza de Triana».

De su lado, grupos animalistas y contrarios a los taurinos, también en redes sociales, han destacado la actitud del Municipio.

Según ellos, ha dado un paso hacia «la completa abolición de la fiesta brava», a la que consideran «anacrónica».