Actualizado 11:48
Redacción Día a Día |
Su uso no es casual ni reciente. Las abuelas lo llaman “el primer paso” y los amantes de la cocina lo saben de memoria: sin achiote, algunas recetas no tienen alma y otras simplemente no existirían. Su aplicación es tan versátil como modesta. Se lo mezcla con cebolla, ajo y comino para crear refritos que son el corazón de platos emblemáticos como el seco de carne o chivo, el locro, el caldo de pata o la guatita. Además de su color inconfundible, el achiote agrega un sabor suave, casi dulce, que no abruma, pero sí envuelve.
Lea también:
El achiote ha sido testigo silencioso de milenios de sabor e identidad; también conocido como Bixa orellana, es un colorante natural que crece cálido en tierras americanas y florece en las cocinas, la medicina y la identidad. Su color rojizo-amarillento se extrae de las semillas de este arbusto originario de la Amazonía, utilizado por culturas precolombinas como los aztecas y mayas para teñir alimentos, textiles y cuerpos en rituales religiosos.
Más allá de su uso culinario, el achiote tiene una profunda conexión con la cultura ecuatoriana. En comunidades como los Tsáchilas de Santo Domingo, las semillas de achiote se emplean para teñir el cabello durante rituales de sanación, una tradición que data de tiempos ancestrales. Su presencia en festividades y celebraciones resalta su importancia como símbolo y herencia.
También en Teleamazonas:
| VIDEO | Unos resisten, otros reinventan: hacer alpargatas, un oficio en extinción. ►►► https://t.co/pTHQ2mdxMA pic.twitter.com/rmMglij1EE
— @DíaaDíaec (@DiaaDiaEc) May 19, 2025