Así luce la cárcel de Cotopaxi tras la intervención de los militares

Las Fuerzas Armadas mantienen el control en la cárcel de Cotopaxi. Ese recinto carcelario fue militarizado el pasado 11 de enero, como parte de las acciones por el conflicto armado interno en Ecuador.

Actualmente los militares les ordenan a los presos realizar actividades físicas y de limpieza en todos los pabellones. La mayoría del tiempo los reos permanecen encerrados y salen, de forma ordenada de sus celdas, para el desayuno, almuerzo y cena.

La militarización de los centros carcelarios continuará de forma permanente, según el presidente Daniel Noboa, hasta que se reestructure en su totalidad el sistema carcelario.

Las cámaras de Teleamazonas ingresaron, este 22 de febrero de 2024, a la cárcel de Cotopaxi, cuatro años después de la primera masacre carcelaria. El periodista, que hizo el recorrido, entró con chaleco antibalas y casco.

Durante la visita se constató que desde el 2019, los sistemas de comunicación y seguridad no funcionan. Por ejemplo el escáner, que es el primer filtro de ingreso, no funciona. Este fue destruido por los privados de libertad durante un motín.

Varias conexiones de vigilancia y control están destruidas en todos los pabellones del centro. Un vocero de los militares dijo que de las 635 cámaras que existían, ahora solo funcionan 34.

Además, las puertas estaban destruidas. Por otra parte, las áreas administrativas del SNAI también estuvieron tomadas por los presos. Allí los militares han encontrado escondites clandestinos en las paredes o pisos donde estaban ocultas armas, droga, municiones y explosivos.

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En la etapa de mediana seguridad, los soldados también encontraron áreas privilegiadas que funcionaban como karaokes o discotecas para los internos.

Por otra parte, la cocina de la cárcel también está militarizada. Este 22 de febrero de 2024 se conoció que la distribución de los alimentos era liderada por ciertos presos. “Tenían que pagar para estar bien aquí, para comer, para bañarse, para ocupar una cama o colchón”, dijo un uniformado.

Un preso, en cambio, dijo que “desde la llegada de los militares todo ha sido igualitario. Todos comemos lo mismo, todos recibimos un digno trato”.

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