Pablo Alarcón: Cuando uno conoce actos de corrupción hay que denunciarlos

El abogado Pablo Alarcón, habla sobre la corrupción en el sistema de justicia revelada en el caso Purga. Aunque lamenta que no sea un tema nuevo y responde a actos comunes conocidos como «secretos a voces«, lo que los hace más graves.

En el espacio de Entrevistas de 24 Horas de este lunes 11 de marzo de 2024 estuvo el constitucionalista y director del posgrado de derecho de la Universidad Espíritu Santo (UESS), Pablo Alarcón. Condena que «Todos lo conocían. Conocían de este ‘paraderecho‘ entendido como tarifarios para la administración de justicia del Guayas».

«Esto se normalizó», denuncia sobre la infiltración del sistema judicial. Para Alarcón se trata de «ciertos malos funcionarios» y admite que puede revelarse una situación similar en otras dependencias.

«Cuando alguien comete un acto reñido con la moral, con la ética, aun cunado sea uno, cinco o diez termina comprometiendo a todo el grupo. Eso genera desconfianza ciudadana», agrega el constitucionalista.

Aunque recuerda que debe reconocerse el trabajo de los buenos funcionarios. «También hay que invertir un poco la balanza para mostrarle a la gente que también tenemos servidores públicos que obran conforme a derecho y que son transparentes en sus actuaciones», insiste.

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Sobre la necesidad de un proceso de depuración recuerda que «hay un problema cultural de fondo». Pero recuerda que se debe evaluar a jueces y personal del aparato administrativo de la Función Judicial.

Apunta que la cultura de la legalidad debe ser tomada en cuenta como una política judicial. «Quiere decir que, por ejemplo, tengamos en consideración elementos vinculados a la vida privada de quien trata o postula a ser un juez en cualquier ámbito», explica.

«No me parece que cualquiera pueda ser juez dentro de un sistema», recalca Alarcón.

Pero aclara que tampoco puede ser una oportunidad para «meterle la mano a la justicia, hay que ser muy cautelosos con eso y por eso hay que respetar todo lo que dicen las normas, independientemente del fin que todos estamos de acuerdo que hay que cambiar«.

Finalmente, Alarcón se niega a reconocer un Estado fallido, «más allá de que podamos tener argumentos para sostener esa posición, me parece que si lo hacemos y continuamos con esa narrativa lo único que vamos a lograr es el efecto contrario. Es decir, que todos estos grupos irregulares (…) asuman que han ganado la batalla«.

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