El bioetanol, una alternativa más barata pero menos ecológica de lo que parece

Frente a una inflación récord y con el fin de bajar los precios en las gasolineras, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció esta semana el levantamiento de las restricciones al E15, un combustible que incorpora un 15% de etanol, así como las inversiones en biocombustibles. 

Pero estas decisiones no agradan necesariamente a los expertos que han estudiado el impacto del etanol en el medio ambiente.

¿Qué es el etanol?

El etanol está presente en todos los combustibles en diferentes proporciones. 

La gasolina que más se vende en Estados Unidos contiene aproximadamente un 10% de etanol (E10).

Hay dos tipos de etanol: el sintético, derivado del petróleo, y el biológico, el bioetanol, elaborado a partir del trigo, la remolacha azucarera o el maíz, como ocurre en Estados Unidos. 

Los automóviles construidos a partir de 2001 pueden usar E15, explica el gobierno estadounidene. 

Pero el E15 solo se distribuye en 30 de los 50 estados, en 2.300 estaciones de servicio.

¿Qué anunció Biden?

Joe Biden anunció este martes desde el estado rural de Iowa que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) levantaría urgentemente una restricción que prohibía la venta de E15 en el verano (entre el 1 de junio y el 15 de septiembre). 

La restricción se estableció inicialmente ante las preocupaciones sobre la contaminación del aire, que puede ser particularmente problemática en el verano. 

En 2018, el expresidente Donald Trump también quiso levantar esta restricción con el fin de amainar a los agricultores en plena guerra comercial con China. Pero un dictamen judicial revocó la medida. 

Según la Casa Blanca, al precio actual, el E15 puede ahorrar un promedio de 10 centavos por galón de gasolina (4,5 litros).

Consecuencias en cultivos

Para evaluar el impacto en el medio ambiente del bioetanol hay que incluir las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a los cultivos necesarios para producirlo. 

Y «la huella de carbono del etanol en comparación con la gasolina no es tan buena como se pensaba originalmente», explicó a la AFP Tyler Lark, científico de la Universidad de Wisconsin-Madison. 

En 2005, el «Renewable Fuel Standard» estableció que en Estados Unidos se venda un volumen cada vez mayor de biocombustible destinado al transporte. Una ley que se prolongó en 2007. 

Resultado: 2,8 millones de hectáreas adicionales de maíz entre 2008 y 2016, según un estudio publicado en febrero en la revista PNAS. 

Pero según Lark, su autor principal, las consecuencias de convertir las tierras para el cultivo de maíz se subestimaron. 

«Estás arando tierras que podrían captar dióxido de carbono», explica. 

Además parte de los fertilizantes que se usan para cultivar maíz emiten óxido nitroso (N2O), un gas de efecto invernadero muy potente. 

De modo que las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la gasolina o el etanol son, en última instancia, comparables, concluye el estudio. 

Y tiene otras repercusiones, según los expertos en desarrollo de estos cultivos: la contaminación del agua por fertilizantes o la destrucción de hábitats salvajes.

En el tubo de escape

Una vez en el depósito, el bioetanol emite menos CO2 por litro que los combustibles tradicionales, pero se necesita más. 

Además, «produce acetaldehído y formaldehído, que son cancerígenos, y dos de los cinco mayores productores de ozono durante las nieblas fotoquímicas», que se observan sobre todo en la ciudad en verano, explica a la AFP Mark Jacobson, profesor de la universidad de Stanford.

«Y el ozono representa un peligro importante para la salud, provocando problemas en los bronquios, enfermedades respiratorias, asma», enumera. 

Según él, tanto la gasolina como el bioetanol son «horribles».

El etanol es «malo tanto para el clima como para la contaminación del aire, y gastar dinero en él es no hacerlo en soluciones reales», como el coche eléctrico, concluye Mark Jacobson.