Su nombre se pronunciaba con temor y respeto, el hombre hacha abandonĆ³ el arma con que mataba a sus vĆctimas junto a la ropa ensangrentada. AtacĆ³ por primera vez la noche del 22 de mayo de 1918.
Sus victimas fueron Katherine y Joseph Mayo, una pareja que dormĆa tranquilamente en su cama, allĆ quedo una escena dantesca, el asesino adandono allĆ mismo un hacha perfectamente afilada junto a su propia ropa ensangrentada.
Cuando los diarios publicaron la noticia, Nueva Orleans no sospechaba que aquello podrĆa convertirse en su peor pesadilla. El criminal siempre atacaba de noche a personas dormidas y dejaba el hacha cerca en la cocina, en el patio o en la cama.
No habĆa forma de detenerlo, no se sabia como entraba en las casas cerradas.
Fue despuĆ©s cuando el criminal enviĆ³ una carta a los periĆ³dicos locales en la que se jactaba de sus fechorĆas.
Un dia mientras la cacerĆa humana proseguia el editor del periĆ³dico times, recibiĆ³ una misiva del asesino que decĆa:
āEstimados mortales, no me han atrapado y nunca lo harĆ”n, no pueden verme porque soy invisible, como el Ć©ter que rodea la tierra, no soy humano sino un espĆritu, un Ć”ngel caĆdo del ardiente infierno.
Soy el que ustedes, habitantes de Nueva Orleans, y la policĆa llaman el hombre del hacha.
En mi misericordia voy a hacerles una propuesta, soy aficionado a la mĆŗsica jazz y juro por todos los demonios que cada persona en cuya casa haya mĆŗsica, no sera atacadaā.
La carta fue publicada, el 19 de abril, desde la tarde la ciudad se preparo para una gran fiesta, el jazz sonĆ³ en todas las casas, en todas las calles habĆa bandas.
Hubo mĆŗsica hasta bien entrada la madrugada y cumpliendo su palabra, el hombre del hacha, perdonĆ³ como habĆa prometido.
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