No le permiten trabajar desde casa y muere por coronavirus

Chantee Mack trabajaba en el sector de la salud pĆŗblica y sabĆ­a que el coronavirus la podĆ­a matar. No querĆ­a correr riesgos durante la pandemia y pidiĆ³ dos veces permiso para trabajar desde su casa.

Le dijeron que era indispensable y se lo negaron en ambas oportunidades.

Ocho semanas despuƩs, habƭa muerto.

Mack, de 44 aƱos, especialista en el manejo de las relaciones con los pacientes, falleciĆ³ luego de que se registrase un foco de contagios del COVID-19 en el Departamento de Salud del condado Prince George de los suburbios de Maryland, en las afueras de Washington. El coronavirus infectĆ³ a al menos 20 empleados del departamento, varios de los cuales habĆ­an asistido a una reuniĆ³n en la que se sentaron a corta distancia, segĆŗn dirigentes sindicales.

El caso ilustra los peligros que representa el COVID-19 para los empleados de los organismos de salud pĆŗblica que ayudan en la lucha contra la pandemia.

ā€œAcuden a nosotros en una emergencia. Somos indispensables. La gente no nos considera parte de la primera lĆ­nea de fuego, pero lo somosā€, dijo una compaƱera de Mack, Rhonda Wallace, delegada de la rama local de la FederaciĆ³n Nacional de Empelados Estatales, de Condado y Municipales.

Estos brotes representan una seria amenaza para departamentos de salud recargados de trabajo y cortos de dinero. Un estudio de la Associated Press y KHN indica que el gasto en la salud pĆŗblica por persona bajĆ³ un 16% del 2010 al 2018 a nivel nacional, ajustado a la inflaciĆ³n.

Los trabajadores del sector de salud pĆŗblica de otros estados tambiĆ©n registraron contagios de coronavirus y en algunos casos siguieron trabajando para combatir la pandemia. Pero el caso de Prince George fue de los peores y afectĆ³ a trabajadores que lidiaban con 21.000 contagios.

El portavoz del departamento de salud del condado Ernest Carter dijo en un comunicado que estaban destrozados por la muerte de una empleada valiosa que trabajĆ³ allĆ­ desde el 2001.

En los primeros dĆ­as de la pandemia, el departamento aplicĆ³ la polĆ­tica de trabajo a distancia delineada en el 2016, no una diseƱada pensando en el virus. Algunos empleados dijeron que el departamento no suministrĆ³ suficiente equipo protector.

Funcionarios del condado contactados no respondieron a preguntas sobre cĆ³mo las enfermedades de los empleados afectaron las operaciones del departamento. Pero la doctora Elizabeth Ford, directora de salud de la Junta de Salud del Condado DeKalb de Georgia, dijo que su departamento, que fue perdiendo fondos y personal con el correr de los aƱos, tuvo que reducir las horas de atenciĆ³n cuando cuatro empleados contrajeron el COVID-19 y otros se tuvieron que aislar.

Ford, presidenta electa de la AsociaciĆ³n Nacional de Funcionarios de Salud a Nivel de Condado y Municipal dijo que es importante proteger la salud de los empleados.

ā€œHay que tomar muchas decisiones difĆ­cilesā€, manifestĆ³. ā€œTodos nos piden orientaciones y nosotros estamos aprendiendo sobre la marchaā€.

ACOSADA POR EL CORONAVIRUS

Mack trabajaba en el programa de enfermedades transmitidas sexualmente. Una de sus tareas era informar a la gente acerca de los resultados de exƔmenes para detectar infecciones como VIH, gonorrea y sƭfilis. Si bien no lidiaba con el COVID-19, fue una de un centenar de empelados considerados indispensables.

A mediados de marzo, el personal recibiĆ³ un email que decĆ­a que los empleados debĆ­an ser evaluados para decidir si podĆ­an trabajar desde sus casas.

Mack solicitĆ³ hacerlo.

Su pedido tenĆ­a el aval de sus jefes inmediatos, pero fue rechazado por la gerencia, segĆŗn documentos del sindicato.

Su hermano Roland Mack, de 38 aƱos, no entiende por quƩ, en vista de que hacƭa trabajo mayormente administrativo que podƭa realizar tranquilamente desde su casa. Tenƭa problemas en la columna que complicaban sus encuentros en persona con los clientes.

Documentos internos del sindicato obtenidos por KHN seƱalan que en una conferencia telefĆ³nica de nivel gerencial la directora adjunta Diane Young habĆ­a dicho que todo el personal de servicios vinculados con la salud de la familia era indispensable. Solo podrĆ­an trabajar desde casa las personas mayores de 65 aƱos, quienes tuviesen sistemas inmunolĆ³gicos ā€œalteradosā€ o hijos pequeƱos.

Mack era obesa, lo que constituye un factor de riesgo de contagio del coronavirus, pero de todos modos, y a pesar de la intervenciĆ³n del delegado sindical Anthony Smith, sus solicitudes fueron denegadas.

Candance Young cree que ella fue quien contagiĆ³ a Mack, en su Ćŗltimo dĆ­a de trabajo antes de tomarse una licencia por un embarazo.

Young, de 31 aƱos, dice que ā€œno tengo la menor dudaā€ de que se contagiĆ³ de un compaƱero de trabajo o de algĆŗn visitante, ya que el trabajo era el Ćŗnico sitio donde tenĆ­a contacto con gente que no fuese su familia inmediata. No salĆ­a de su casa ni siquiera para comprar comida porque su embarazo era de alto riesgo.

Por entonces ā€œno se estaban tomando medidas que limitasen el contacto entre empleadosā€, dijo Smith. ā€œY no abundaba el equipo de protecciĆ³n personalā€.

El 19 de marzo Mack y Young participaron en una reuniĆ³n de trabajo. Ese dĆ­a el gobernador de Maryland Larry Hogan dijo que los edificios pĆŗblicos deberĆ­an colocar carteles recomendando mantener distancias y evitar reuniones de mĆ”s de 10 personas. Young recuerda que alguien mencionĆ³ lo irĆ³nico que era que por un lado se hiciese ese anuncio y por otro ellos, una veintena de empleados, estuviesen reunidos sin guardar dos metros (seis pies) de distancia entre ellos.

Documentos del sindicado indicaron que nueve de los 19 miembros de la unidad de Mack, incluidos algunos que participaron en la reuniĆ³n, habĆ­an contraĆ­do el virus.

Young empezĆ³ a sentir sĆ­ntomas y el 24 de marzo lo informĆ³ a sus supervisores. Dos dĆ­as despuĆ©s, pasĆ³ a ser la primera empleada del programa a la que se le diagnosticĆ³ el COVID-19. Young se recuperĆ³ y dio a luz una bebĆ© saludable, cuyo anĆ”lisis dio negativo.

A Mack se le diagnosticĆ³ coronavirus a principios de abril.

Fue una de cuatro empleados que segĆŗn el sindicato fueron hospitalizados. Estuvo cuatro semanas con un respirador. Hubo que hacerle transfusiones de sangre. Le dejaron de funcionar los riƱones y tuvo una hemorragia cerebral.

FalleciĆ³ el 11 de mayo. ā€œEra un alma buenaā€, dijo su hermano. ā€œTodo esto es un desastreā€. AgregĆ³ que su familia estĆ” destrozada.

ā€œMe siento solo ahora que no estĆ”ā€, manifestĆ³. ā€œDesde que yo tenĆ­a cinco aƱos ella me cuidĆ³ como una segunda madreā€.

Mack habƭa estado hablando de cumplir un viejo sueƱo: seguir los pasos de su finada madre y hacerse enfermera.

Hoy las dos estƔn enterradas una junto a la otra.