EEUU expulsa a migrantes menores invocando el coronavirus

El virus se está esparciendo por los centros de detención de migrantes. El gobierno deportó a al menos 100 personas con el COVID-19 a Guatemala, incluidos menores.

Los chicos ingresan a Estados Unidos cruzando el río a nado y se internan en los densos matorrales de Texas. Muchos son adolescentes que viajaron solos desde América Central, otros son muchachos cuyos padres los sacaron de campamentos de refugiados en México. Había un niño de 10 años.

Las leyes de Estados Unidos estipulan que estos menores deben ser alojados en instalaciones del gobierno y se les debe permitir vivir con parientes mientras se procesan sus casos. Pero el gobierno de Donald Trump los está expulsando al amparo de la declaración de emergencia hecha por el coronavirus. En abril solamente fueron expulsados 600 menores.

Las expulsiones se suman a las medidas que ha tomado el gobierno con el fin de evitar la llegada de niños migrantes, incluidos programas como la política de “tolerancia cero”, luego abandonada, que dio paso a la separación de miles de familias.

Organismos de la frontera dicen que tienen que restringir los pedidos de asilo y los cruces de la frontera durante la pandemia para prevenir contagios. Activistas que defienden a los migrantes, en cambio, afirman que ese es un pretexto para ignorar las protecciones que conceden las leyes a los menores de edad.

Testimonio de migrantes expulsados

En entrevistas con The Associated Press, dos menores expulsados hace poco dijeron que los agentes les habían dicho que no se les permitiría pedir asilo. Los colocaron en celdas, les tomaron las huellas digitales y les hicieron un examen médico. A los cuatro días los subieron a un avión y los mandaron de vuelta a su país, Guatemala. La AP no da los apellidos de los menores para proteger su privacidad.

Brenda, de 16 años, se fue de Guatemala con la esperanza de llegar a Estados Unidos para trabajar y ayudar a su familia. Su padre trabaja en una granja, pero lo que gana no alcanza.

“Apenas si comemos”, expresó.

Su familia consiguió prestados 13.000 dólares para pagarle a un coyote y meses después ella ingresó ilegalmente a Estados Unidos. Las autoridades la pillaron en abril en un escondite de Texas, según dijo.

“Pedí hablar con mi hermano que quería poner un abogado, quería pelear por mi caso”, expresó. “Pero me dijeron que no dejaban hablar con nadie, por más que peleara no dejaban quedarse a nadie. No logré hablar con ningún abogado”.

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La muchacha regresó a la casa de su familia, desde los centros de detención de migrantes, y está en cuarentena.

Un chico de 17 años llamado Osvaldo dijo que los agentes no le dejaron llamar a su padre antes de expulsarlo. Lo retuvieron con otros menores en una habitación fría y le dieron una manta isotérmica y un par de guantes por cada uno de los cuatro días que estuvo retenido.

AP