Quemar los monigotes y vestirse de viuda, una tradición en Fin de Año

Color, arte y algarabía llenan las calles de Ecuador cada 31 de diciembre. Los ecuatorianos acostumbran a realizar monigotes para quemar lo malo y atraer lo positivos en los próximos 12 meses, pero también lo celebran con una curiosa forma de interpretar a las famosas ‘viudas’.

La tradición de quemar muñecos de diferentes personajes, sean de películas, políticos o dibujos animados, se remonta a la época colonial, pues su origen estaría en España y luego se trasladó a Latinoamérica. Y lo curioso es que Ecuador sería el primer país en adoptar esta costumbre.

Según registros históricos, la quema de monigotes tuvo sus inicios en Guayaquil a partir de la fiebre amarilla que afectó a inicios del siglo XX. En aquella época se quemaban las pertenencias del difunto con paja por temor a posibles contagios.

Y con el pasar de los años, la elaboración de los monigotes fue cambiando. Se empezó a utilizar el aserrín y el cartón para diseñar figuras de diferentes personajes, cuyo simbolismo era quemar al año que estaba por ‘morir’, es decir, incinerar lo malo que ocurrió en este periodo para empezar nuevamente.

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Después de dos décadas, los monigotes ahora son un atractivo turístico con el mismo significado. En Guayaquil, los artesanos acostumbran a elaborar gigantescas figuras de políticos, películas o dibujos animados que atraen a miles de personas.

De igual manera, en Quito se comercializan los monigotes de todos los tamaños y con diferentes esencias. Los precios van desde los 5 dólares hasta 100 dólares y conservan el mismo significado, quemar lo malo del año.

Algarabía por viudas

La representación de las ‘viudas’ en Fin de Año es una tradición ecuatoriana que se realiza por más de un siglo dejando a un lado los prejuicios y como una sátira divertida. Al igual que los monigotes ha sufrido una transformación con el pasar de los años.

Anteriormente, las mujeres jóvenes eran quienes se vestían de negro con faldas largas y simulaban llorar por un hombre que moría, el mismo que estaba representado en un pequeño monigote. Y el pedir dinero representaba el desamparo en que quedaban. Por ello, los transeúntes les proporcionaban monedas a modo de colaboración, la cual se invertía para la familia que realizaba el ‘Año viejo’.

Con el tiempo, los hombres tomaron protagonismo en esta costumbre. Y fueron ellos quienes se empezaron a vestir de forma más atrevida e incluso realizando jocosas coreografías, pero con el mismo objetivo recolectar dinero, que en muchos casos se utiliza para las celebraciones de Fin de Año o la inversión en el monigote.

Esta tradición a tomado una gran relevancia para despedir el año, tanto que en escuelas, colegios, trabajos y otros lugares se realizan concursos.

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